Archivo del blog

martes, 29 de abril de 2014

Etapa 8 GR11: Elizondo (200 m.) – Vera de Bidasoa (56 m.), 22 de febrero de 2014

Distancia: 29,6 kilómetros
Desnivel positivo: 1.260 m.
Desnivel negativo: 1.140 m.
Cota máxima: Collado de Iñaberri (805 m.)
Tiempo de marcha: 9 horas




Hemos pasado la noche en la comodidad de nuestra furgoneta, y aquí la dejamos esperándonos hasta nuestro regreso mañana. 
Tras un estupendo desayuno empezamos a caminar a las 8:40, desafiando al frío intenso que hace esta mañana. La rosada de los pastos es buena prueba de ello, y aunque vemos algún que otro madrugador concentrado en las tareas agrícolas, lo cierto es que las únicas que nos prestan atención son las ovejas. 
Salimos de Elizondo por encima del Sanatorio, y enseguida cruzamos la carretera para internarnos en un sendero ascendente que se alterna con una pista de tierra. La nieblilla mañanera se va levantando poco a poco, aunque hay nubes altas que hacen que el día esté bastante oscuro.











Nada más comenzar a andar nos damos cuenta de lo diferente que es este entorno del Pirineo que hemos conocido hasta ahora. La ausencia de altos picos, la vegetación, la explotación humana del paisaje y el hecho de que nos crucemos en sucesivas ocasiones con carretiles asfaltados y carreteras, nos llama la atención y nos recuerda lo lejos que queda ahora Parzán, donde dejamos la GR11 el pasado verano…













El camino asciende cómodamente pero enseguida comenzamos a notar que nos sobra la ropa, y aprovechamos las paradas para hacer fotos para ir desprendiéndonos de algunas capas. 
A eso de las 9:30 ya hemos ganado altura y tenemos una buena panorámica de Elizondo y sus alrededores, vemos que allá a lo lejos asoman las primeras nieves, aunque este fin de semana no nos acercaremos a ellas, sino que vamos en dirección contraria.


Por delante tenemos caminos anchos y transitados, entre campos e incluso con pequeñas puertas, lejos de aquella piedra desnuda y gris que abunda en las montañas. Aquí y allá aparecen caseríos y rebaños de ovejas que lucen sus abrigos invernales de lana tupida.












A las 9:45 nos cruzamos con la carretera que sube de Elizondo, y la seguimos hasta el Plano de Amezti (555 m.), un bonito claro de un verde brillante donde hay un merendero y una fuente.

Desde aquí nos queda la friolera de 25,7 kilómetros hasta Vera, alrededor de 7 horas y media de caminata. Nos queda la duda de si realmente necesitábamos ese dato…


Dejamos atrás la carretera y nos sumergimos en un camino sombrío, rodeado de hayas, de esos que nos gustan porque nos recuerdan a Irati. 
La alfombra de hojas rojizas nos cubre por completo las botas y el musgo recubriendo las piedras ofrece un contraste cromático maravilloso.
De vez en cuando vemos alguna pequeña cascada, fruto de las lluvias de las últimas semanas, que han caído sin descanso.

















Continuamos ascendiendo cómodamente pero sin tregua, y a las 11:00 alcanzamos el Collado de Iñaberri (805 m.), entre las cimas de Urruzpil y Landazarreta. En esta parte de la ruta, los postes indicativos marcan también la altitud, lo cual resulta bastante práctico.
La vista desde el collado es preciosa, las elevaciones del paisaje se suceden y los pastos verdes se alternan con zonas boscosas, aun con colores invernales. Las nubes cumplen la predicción para este fin de semana y comienzan a marcharse, lo cual nos alegra sobremanera porque a estas alturas de invierno un poco de sol ya apetece.


Llaneamos uniendo los Collados de Iñaberri y Bagatxeta, prácticamente equiparados en altitud, y a las 11:20 comenzamos el descenso por un sendero estrecho pero muy bien marcado. 
A las 11:50 llegamos al Collado de Eskisaroi (525 m.), donde la señal de rigor nos informa de que nos quedan hasta destino 19,2 kilómetros y alrededor de 6 horas. Bueno, todavía queda, pero es pronto y seguimos con energías.


A partir de aquí el camino es por pista, entre caseríos, pastos y rebaños, como es la tónica del día. Avanzamos cómodamente y a buen ritmo, superando el Collado de Alzu (510 m.) y la posterior subida y bajada hasta el Collado de Ursumia (550 m.). 
Observamos cómo la vegetación comienza a cambiar, apareciendo pinos y castaños, aunque los grandes robles siguen estando presentes. Incluso el aire es más cálido a partir de este punto, señal inequívoca de que nos acercamos a la costa…

A las 12:20, asoma por una pequeña ventana en el horizonte el Mar Cantábrico, final por el Oeste de la GR11, y nuestro objetivo particular de este fin de semana. 

Aprovechamos para hacer una pausa y picar algo para engañar al estómago, ya que aun no queremos parar a comer.


Continuamos con el sube y baja de la etapa, hasta el Collado de Irazako (530 m.), donde no podemos evitar parar a hacer fotos a los ponis que pastan tranquilamente. Son ya casi las 13:00, y aun queda mucho camino por delante.









Nos despistamos tras el Collado y en vez de continuar recto giramos a la derecha por una pista que desciende. Bordeamos el Centinela (662 m.) y conectamos con la HRP, con lo que aun vemos alguna marca, pero unos 40 minutos después llegamos a una encrucijada de varias pistas, donde no sabemos qué camino tomar. Nos decantamos por uno que se dirige a los pies de Arxuria (758 m.), donde nos encontramos con una pareja que nos orienta sobre cómo reenganchamos a la GR11.
En cuanto nos vemos ubicados en el buen camino paramos a comer en un claro rodeados de grandes robles, y en apenas 20 minutos devoramos con ansia el bocadillo de tortilla que dejamos preparado ayer. Nuestros pies saborean igualmente el rato de descanso, porque la distancia acumulada se empieza ya a notar. 

Retomamos la marcha a las 14:30 en dirección al Collado de Xorilepo, donde se encuentra la bifurcación de la ruta: el camino que lleva a Lesaka (variante GR11.13) y el que lleva a Vera, que es el que nosotros tomaremos. Alcanzamos el Collado de Nabarlatz (477 m.) y continuamos siguiendo las indicaciones hacia Xorilepo, que en nuestro mapa no aparece, pero que es sin duda el camino hacia Vera y Lesaka. 
Son las 14:50 y aun nos quedan 10 kilómetros de camino, o lo que es lo mismo un tercio de la etapa por delante. 

A partir de ahora caminamos literalmente sobre la frontera por una pista ancha, que va dejando a ambos lados las Palomeras de Etxalar. Nos preguntamos si con tanta gente apostada a los lados dispuesta a dispararles habrá alguna paloma que consiga pasar ilesa el peaje, y vemos que hay construcciones sólidas y otras bastante rudimentarias a las que no tenemos claro si nos subiríamos o no.

















Llegamos al Puerto de Lizarrieta (441 m.) a las 15:20, que presenta un aspecto bastante desolado. Hay un bar en la misma muga, pero en invierno está cerrado (aunque guardábamos alguna esperanza de que estuviera abierto, la verdad), así que continuamos ruta, ahora en claro descenso, enfilando los últimos 8 kilómetros de la jornada.


Mientras caminamos nos llama la atención que a estas alturas ya se empiezan a ver las primeras flores. Como venimos de los días grises y lluviosos de Pamplona, no podemos evitar fotografiarlas y alegrarnos de que la primavera se acerca inexorablemente.

Y como suele suceder, en primavera persisten las lluvias, y hoy las nubes se han ido cerrando poco a poco, así que no descartamos mojarnos antes de llegar al destino… 

Pasamos el Collado de Idoia (260 m.) y sobre las 16:00, desde lo alto de Santa Bárbara (337 m.) divisamos por fin Vera de Bidasoa, allá abajo, y aunque ver la meta reconforta, la bajada aun promete hacerse larga. 
A ratos por pista y a ratos por camino continuamos avanzando, ya bastante cansados y con los pies algo resentidos, cada vez con más ganas de llegar. 


A las 17:00 enfilamos la última parte de la etapa, que incluye una bajada bastante pronunciada a través de un campo, que hacemos bajo una persistente aunque breve borrasca que nos obliga a parar para abrigarnos como es debido. Nos cuesta más vestirnos y desvestirnos de lo que dura la propia lluvia, pero es lo que toca, aun quedan 3 kilómetros y no queremos recorrerlos empapados.

Comienzan a aparecer las primeras casas y caseríos, entramos en caminos asfaltados y cercados y tras alguna vuelta que otra y un pequeño despiste en un punto en el que la señalización es algo confusa, desembocamos por fin en el pueblo de Vera (56 m.) a las 17:40, exhaustos.


Vamos directamente al hostal y nos regalamos una más que merecida cerveza/aquarius. Las piernas se agarrotan a la mínima y nos las vemos para subir las escaleras hasta la habitación tras la parada en la terraza.

Un buen baño con agua caliente nos deja como nuevos, y salimos en busca de algún bar para cenar con idea de acostarnos en cuanto terminemos de masticar.  


El Hostal Auzoa es una opción muy recomendable, las habitaciones están muy bien y dispone de una zona de cocina-comedor común para todos los huéspedes, donde no se puede cocinar porque no hay fuegos, pero se puede llevar hornillo y apañarse. Tiene microondas y nos encontramos con la agradable sorpresa de que nos dejan casi preparado el desayuno para mañana (leche, zumo, café, galletas…) a falta de algún vicio que nos compramos para completarlo. 


Hamburguesa en Errekalde: 14 euros.
Noche en Hostal Auzoa: 60 euros.



No hay comentarios:

Publicar un comentario