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lunes, 30 de junio de 2014

Gran Facha (3.005 m.) por Respomuso, 21 de septiembre de 2013

Distancia: 14,50 kilómetros (ida)
Tipo de recorrido: ida y vuelta (en dos jornadas)
Desnivel positivo acumulado: 1820 m.
Tiempo de marcha: 7 horas 30 minutos + 2 horas

El pico conocido como Gran Facha (nombre que desde luego no le hace justicia) o Cúspide de Bachimaña es una cumbre fronteriza entre España y Francia de 3.005 metros de altura. 
Es una montaña de silueta piramidal que forma junto con el pico Llena Cantal (2.956 m.) y el pico Tebarray (2.916 m.), un ramillete de cimas muy vistosas, de esas que dibujamos cuando somos niños y con las que soñamos cuando somos mayores. Esta zona además, ofrece un gran atractivo paisajístico al contar con varios ibones y embalses, habiendo varias excursiones y travesías que ofrecen unas maravillosas vistas en cualquier época del año. 
Es una cima muy solicitada por montañeros franceses y españoles, y puede ascenderse desde el Valle Wallon o desde Respomuso/La Sarra, vertiente por la que nosotros nos hemos decantado. 

En esta ocasión hemos decidido no madrugar demasiado porque tenemos la intención de pernoctar en ruta, así que no tenemos la presión de tener que estar de regreso en la furgoneta o en el refugio a una hora concreta. Hoy estableceremos el ritmo en función de las horas de luz y del sitio que elijamos para plantar nuestra pequeña tienda.


Salimos pues del aparcamiento del Embalse de La Sarra (1.440 m.) donde tantas veces hemos dormido ya a las 10:30, y comenzamos el ascenso hacia el Refugio de Respomuso.

















Este camino, que es trazado del GR11, remonta el Valle de Aguas Limpias, y lo hemos hecho muchas veces ya, pero nos sigue pareciendo un paseo precioso y lo disfrutamos una vez más como si fuera la primera. La señalización marca dos horas y media hasta el refugio, se puede hacer en menos, pero realmente no tenemos ninguna prisa. 

Tras media hora de ruta pasamos por el desvío al Pico Arriel, y más adelante por el que lleva a los Lagos de Arriel, y continuamos ascendiendo cómodamente.

Vamos haciendo alguna parada para sacar fotos, coger agua fresca, comer frambuesas… de paseo, en definitiva. 


A las dos horas de camino aparecen los primeros picos, lejanos todavía, pero el paisaje típico de esta zona del Pirineo, con sus pirámides perfectas, ya se va asomando poco a poco. 
Lo veremos en todo su esplendor cuando alcancemos la altura de la presa, ya que desde allí la panorámica es espectacular: un balcón frente al Circo de Piedrafita, el embalse de Respomuso y el refugio que lleva su nombre.


Ante nosotros tenemos los picos de Gran Facha (3.005 m.), Llena Cantal (2.956 m.) y Tebarray (2.916 m.), tres pirámides que se elevan orgullosas y que parecen desafiarnos a encaramarnos a ellas trepando por sus faldas. 


A las 13:00 alcanzamos el Refugio de Respomuso (2.220 m.), y aprovechamos su sombra para detenemos a picar algo, hacer alguna foto y consultar la ruta en el mapa. Pasamos por el Ibón de Ranas y por algún que otro pequeño ibón, donde los picos se reflejan ofreciendo una estampa idílica que nos obliga a pararnos sí o sí. 


Continuamos siguiendo las marcas de la GR11, y pasamos por una zona de hierba al lado del río que parece ser el lugar ideal donde dormir hoy, tomamos buena nota. 
A partir de aquí el camino ya no es común a la Senda Pirenaica, que se dirige hacia Panticosa pasando por el Cuello de Tebarray, mientras que nosotros seguimos hasta la presa del Ibón de Campoplano (2.140 m.).

Avanzamos por el evidente camino hasta llegar a la pared-presa de Campo Plano. Un cartel nos indica que debemos pasar al otro lado de la pared si queremos seguir dirección a la Facha. De todas formas es fácil orientarse, pues debemos de seguir en todo momento el camino trazado en dirección al barranco de Campo Plano.



Tras una paradita para hacer algunas fotos con el objetivo del día (que aún se ve lejano) y el ibón en primer plano, retomamos la marcha bordeando el lago. Son las 14:15, el día sigue avanzando, y aun nos queda mucho camino por recorrer.





Casi sin darnos cuenta comenzamos a remontar el Barranco de Campoplano, teniendo a partir de ahora en frente la pirámide de La Facha, como la zanahoria delante de la nariz del burro.

El camino discurre por la margen derecha del torrente, que nos acompaña con su frescor mientras ascendemos por el terreno, un tanto irregular y salpicado de piedras.


Cuando ya llevamos un rato remontando el cauce del barranco, y en el sitio más tonto que uno se pueda imaginar, nos caemos a cámara lenta sobre unas piedras bastante poco cómodas que nos dejan, aparte de un buen susto, alguna que otra marca de guerra para los días venideros. Somos conscientes una vez más, de lo que un pequeño traspiés puede conllevar en la montaña, y de la importancia de caminar con los cinco sentidos. Hacemos el consiguiente “informe de daños” y vemos que no hay nada grave que lamentar ni que nos impida continuar, así que lavamos y desinfectamos las heridas (un botiquín básico bien equipado es algo que nunca está de más llevar) y seguimos ascendiendo. Además ya tenemos tema de conversación para un buen rato porque la caída ha sido realmente de las tontas…


Vamos dejando atrás la hierba ya que el terreno se va volviendo cada vez más rocoso conforme ascendemos. Igualmente la cuesta se va haciendo cada vez más empinada, y es que estamos ya encaminados hacia el Collado de La Facha, que tiene una altura considerable. 

Antes de alcanzar el Collado llegamos a un falso collado que nos deposita a 2.515 metros, en Los Ibones de La Facha. 

Son las 15:45 de la tarde, agradecemos que a estas alturas de verano no hace mucho calor, porque en pleno agosto y a estas horas lo que nos queda ahora mismo por delante sería mortal.



El camino rodea los ibones por su margen derecha, por una senda estrecha y colgada que atraviesa un nevero con una grieta bastante amenazadora a sus pies. La grieta no parece cómoda, así que caminamos despacito para evitar cualquier inoportuno resbalón. 


Tras la grieta el nevero se interna en el agua, dando lugar a esos colores turquesa que nos recuerdan a los glaciares de Argentina, y preferimos no imaginarnos lo fría que tiene que estar y lo complicado que tiene que ser salir de ella con la mochila bien cargada, así que caminamos con mucho cuidado y piolet en mano como medida de precaución.




A las 16:00 alcanzamos el Collado de La Facha (2.664 m.), tras superar una dura ladera pedregosa. Desde este privilegiado balcón las vistas son espectaculares. En primer lugar, miramos hacia abajo buscando el camino que acabamos de recorrer, y la vista de los ibones, el nevero y su grieta, enmarcados por todos los picos que se ven a lo lejos, nos deja con la boca abierta. 


Hacia la vertiente francesa, las vistas son igualmente una gozada, las disfrutamos mientras comemos algo, porque hay que coger fuerzas para lo que queda por delante: casi 350 metros de desnivel hasta la cima por la arista Norte de esta pirámide de libro, ahora rocosa y hostil. 

El terreno está bastante descompuesto, y se gana altura rápidamente por lo escarpado de la pendiente. Enseguida nos despistamos de los hitos de la ruta y vamos ganando altura a las bravas, como nos suele pasar en estos casos, utilizando a ratos las manos para progresar, pero sin mayores complicaciones. 
A los pocos metros optamos por despojarnos de las pesadas mochilas y las dejamos escondidas en una cornisa algo resguardada, llegaremos a la cima sólo con la ropa de abrigo, la cámara y el trípode. 

Coronamos la cima a las 17:40, una hora muy tardía si pretendiéramos regresar hasta La Sarra hoy, pero no es nuestro caso. 

La panorámica que se extiende ante nuestros ojos es impresionante. Reconocemos las siluetas de picos de renombre de la cordillera pirenaica, algunos los hemos ascendido, otros están en la lista de los que queremos ascender.


Estamos acompañados en la cima por un ciudadano francés que ha subido a esta hora para quedarse a ver el atardecer. Nos imaginamos que tiene que ser una vista espléndida, pero no nos motiva nada destrepar la arista a oscuras y mucho menos descender todo el barranco sin luz hasta donde hemos pensado pernoctar, así que ni nos lo planteamos. 


Hacemos varias panorámicas generales y nos llaman especialmente la atención las siluetas de los Picos del Infierno (3.081 m.), el Balaitous (3.144 m.) y como no el Vignemale (3.298 m.), todas ellas imponentes.
Posamos enmarcados por los Picos del Infierno, recordando nuestro paso por ellos el año pasado.


Al margen de los picos, la vista hacia lo profundo de los valles de ambas vertientes es espectacular, plagados de ibones y salpicados de neveros aquí y allá.


   

Tras pasar media hora larga en la cima vemos la sombra de La Gran Facha cernirse sobre los Lagos de La Facha, en el lado francés, y decidimos comenzar a descender para que no se nos haga de noche de camino.


Aprovechamos el descenso para hacer las últimas fotos, ya que la vista desde cualquier saliente es impresionante, y no nos resistimos a hacer algún que otro posado. 


Destrepamos poco a poco siguiendo los hitos, echando las manos continuamente a las rocas, recuperamos nuestras mochilas y llegamos al Collado a las 19:00.



Volvemos a pasar por los Ibones de La Facha, despacito y con buena letra aunque a paso un tanto más ligero que a la subida porque la luz se nos escapa y aún queda mucha bajada hasta plantar nuestra pequeña tienda.






Una vez a los pies del barranco, echamos la vista atrás y vemos cómo la última claridad del día tiñe la pirámide de La Facha de un tono rosado que no tarda en desaparecer. 


Esperamos que el montañero francés haya sacado buenas fotos y tenga una buena bajada en penumbra. 


Seguimos descendiendo, cada vez con menos luz, y cada vez a paso más ligero, y finalmente a las 20:00 nos quedamos a oscuras, justo en el momento en que llegamos a nuestro lugar de descanso. A la mañana habíamos localizado una pequeña campa a la izquierda del cauce que desciende del Ibón de Campoplano, que resulta ser efectivamente un lugar ideal. 
Montamos la tienda alumbrados con los frontales, nos aseamos un poco y nos ponemos ropa de abrigo. Nos regalamos una estupenda cena caliente a base de sopa y pasta, que bien merecida nos la tenemos y nada más degustarla nos metemos al calor del saco, en este maravilloso hotel para nosotros solos.

Mañana será otro día y continuaremos con el descenso hasta La Sarra. 



Tras un sueño reparador amenizado por el ruido del agua, abrimos el ojo con las primeras luces de la mañana. Aun luce claramente en el cielo la luna, pero nos ponemos en movimiento y recogemos la tienda antes de que comience el trasiego de gente.

Desayunamos bien abrigados y nos ponemos en camino hacia Respomuso, con idea de decidir allí si alargamos un día más nuestra excursión o no.

Finalmente decidimos bajar a La Sarra y dejar la visita a los Lagos de Arriel para otra ocasión. 



Como despedida de este maravilloso fin de semana, vemos a las marmotas correteando por las orillas del Embalse de Respomuso. Se nota que el verano está muy avanzado porque su figura se aleja bastante de cuando las vimos a principios de mayo “recién levantadas” de su siesta invernal… 













En apenas dos horas de descenso estamos en la furgoneta y emprendemos el regreso a la ciudad, con la sensación de satisfacción que da haber cumplido un objetivo, habiendo disfrutado plenamente del intento y de cada momento.