Hay multitud de
opciones para poder disfrutar de los impresionantes paisajes montañosos que
ofrece Nepal, desde pequeños paseos alrededor de pueblos que ofrecen unas
espectaculares vistas, hasta caminatas de más de tres semanas que nos llevarán
al mismo corazón del Himalaya.
Las rutas más
populares tienen como base Kathmandú o Pokhara, y se adentran en las zonas de
conservación del Everest y del Annapurna, respectivamente.
Nosotros nos
decantamos por la zona del Annapurna, por ser su Campo Base Sur uno de los
lugares con mejores vistas de todo el macizo, y por poder pasar por el Poon
Hill y ver amanecer frente al Daulaghiri, una experiencia de esas que se quedan
grabadas para siempre.
Annapurna (en nepalí, अन्नपूर्णा) o Anapurna es un macizo montañoso de 55 kilómetros de longitud, cuyo punto más elevado, el Annapurna I, se alza a 8.091 metros sobre el nivel del mar, lo que la convierte en la décima cumbre más elevada de la Tierra y uno de los catorce "ochomiles". En el hinduismo, Annapurna es el nombre de la diosa de la comida y la cocina, y en sánscrito puede traducirse como Diosa de las Cosechas o de la Abundancia.
Al Annapurna I le
rodean el Annapurna II (7.937 m.), el Annapurna III (7.555 m.), el Annapurna
IV (7.525 m.), el Gangapurna (7.455 m.), el Annapurna Sur (7.219 m.), el
Machapuchare (6.997 m.)...
Un ramillete de
enormes montañas de espectacular belleza, cuya situación geográfica hace que si
uno se encuentra en el Campo Base Sur, se verá rodeado completamente por estos
picos, y teniendo justo enfrente la abrumadora mole del Annapurna I. Esta
impactante panorámica sólo es posible desde este punto, ya que desde el Campo
Base Norte (a pesar de tener la ruta hasta llegar allí otros enormes
atractivos), la perspectiva es diferente.
Como curiosidad
histórica, el Annapurna I fue la primera cumbre de más de 8.000 metros en ser
escalada por el ser humano. Maurice Herzog y Louis Lachenal, con una expedición
francesa, lo consiguieron el 3 de junio de 1950.
Nuestro objetivo no
es ni mucho menos intentar escalarla, nos limitaremos a llegar a contemplarla desde
su Campo Base, y para ello emplearemos caminando 8 de nuestros días de viaje. Es
posible subir y bajar en menos días, pero preferimos dar un pequeño rodeo previo
por la zona del Poon Hill.
He aquí el mapa de
la ruta: comenzamos desde Birethanti cogiendo el camino de la izquierda, para
girar luego a la derecha y reengancharnos a la ruta que asciende al Campo Base
o ABC. El camino de descenso lo hacemos en línea recta hasta Birethanti,
cerrando así el círculo.
Para los preparativos y como punto de partida de la
caminata, llegamos a la ciudad de Pokhara, segunda en importancia del
país, y hoy en día centro turístico de primer orden. Alli haremos las
compras previas de rigor, dejaremos peso innecesario en el hotel y obtendremos
los permisos oportunos.
Antes de comenzar a caminar, tenemos que hacernos con algo de
material que no hemos querido traer de casa, en parte por aprovechar para hacer
alguna compra aquí con idea de dar con alguna ganga, y en parte por el engorro
que suponía traer cosas voluminosas en una mochila ya de por sí bastante
cargada.
Así pues, nos sumergimos una a una en las tiendas de ropa y
material de montaña de la calle que discurre paralela al Lago Fewa, dispuestos
a regatear hasta conseguir un buen precio.
Casi todas las tiendas venden básicamente lo mismo y los precios
son bastante similares, siempre sujetos a la habilidad del comprador para
ahorrarse unos cientos de rupias, y a la del vendedor para convencerle de que
lo fijado es "nepalí price, my friend".
En cuanto a la
calidad del material, la mayoría son copias de marcas tan conocidas como The
North Face o Mammut, a las que llaman "original copy", en un
eufemismo que como poco resulta divertido... La traducción de esta
peculiar denominación suele ser que por muy buena pinta que tenga el producto a
primera vista, con el uso vendrán las sorpresas: el saco de dormir destiñe, a
la segunda lavada la camiseta pasa a ser "marca blanca" ya que la
serigrafía desaparece, los bastones dejan de ser telescópicos para el tercer o
cuarto día…
No obstante, también
es posible adquirir material original, aunque el precio entonces no tiene tanta
diferencia con el que puedas pagar en Europa, o bien se puede optar por marcas
de fabricación nepalí que no imitan a nadie, y que tienen una calidad
aceptable.
Respecto a material
técnico, se puede alquilar a buen precio, o adquirir de segunda mano, ya que
los propios sherpas de las expediciones venden los artículos dejados
atrás por los alpinistas.
Después de dar
muchas vueltas calle arriba y calle abajo una y otra vez, al final nos
hacemos con dos sacos de dormir, dos pares de bastones, unas sandalias,
algo de ropa ligera y un par de cantimploras (supuestamente fabricada en Suiza,
jaja). Nos gastamos menos de 100 euros, pero con el tiempo iremos reemplazando
casi todo lo que compramos por cosas de mejor calidad en casa.
Para adentrarse en
las montañas (siempre y cuando no se vaya a realizar ninguna ascensión, ya que
para ello se necesita otro tipo de permiso) es necesario contar con dos
autorizaciones previas. En primer lugar, hay que obtener una especie de cartilla
personalizada del TIMS (Treking Information Management Service), que en 2011
costaba 15 euros por persona y que se tramita en una caseta en plena calle (en
nuestro caso bajo un sol abrasador y a un ritmo escandalosamente lento). Es necesario
llevar el dinero en dólares, una foto de tamaño carnet reciente y sobre todo armarse
de paciencia, ya que los guías de grupos organizados y de empresas
especializadas tienen preferencia sobre los “pobres locos” que nos aventuramos
a hacer la ruta por nuestra cuenta.
En segundo lugar,
hay que pagar el permiso de entrada a la Zona de Conservación del Annapurna,
que por aquel entonces costaba 20 euros por persona, y que se tramita en la
Oficina de Turismo. El ritmo de tramitación es similar, aunque aquí se puede
esperar sentado y a cubierto, que ya supone un avance…
Hasta el año 2012
era posible aventurarse por los caminos de las montañas sin guía ni porteador,
pero desde entonces ya no está permitido. Ahora es obligatorio contratar uno de
los dos servicios o ambos.
Nosotros pudimos
elegir hacer la ruta por nuestra cuenta, lo cual es perfectamente viable ya que
se recorre una zona habitada en la que continuamente hay pequeñas aldeas o
casas, y los caminos unen las poblaciones, por lo que están en buen estado y
perfectamente señalizados. Las intersecciones están muy bien indicadas y al llegar
a cada pueblo suele haber pintado en algún alojamiento o tienda un mural con el
mapa de la zona, y resulta prácticamente imposible perderse. No obstante, no
está de más hacerse con un buen mapa antes de partir.
Las etapas en
principio están pensadas para caminar entre 4 y 6 horas al día, de forma que a
media tarde ya se está en el alojamiento en el que se va a dormir, donde se
cena y según el frío que haga se permanece en el comedor o al raso hasta la
hora de acostarse. Haciéndolo de esta forma el guía/porteador tiene más días de
trabajo y la repercusión económica del turismo es mayor.
Nosotros en cambio
no llevamos guía ni porteador, con lo que podíamos marcar nuestro propio ritmo,
y no nos veíamos descansando desde la una del mediodía, así que fuimos
alargando las etapas para sacarle el máximo partido a cada día. El único
problema de hacerlo así es que puede llegar la hora de buscar alojamiento al
final de una etapa y encontrarnos con que no hay sitio, aunque siempre cabe la
posibilidad de dormir en el comedor o compartir habitación. Contra esto lo
mejor es planificarse un poco y antes de abandonar un alojamiento por la
mañana, intentar concertar una reserva para el final de esa etapa o incluso de
las siguientes, al igual que hacen los guías.
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