Distancia: 12 kilómetros
Tipo de recorrido: ida y vuelta
Desnivel acumulado: 2.440 m.
Tiempo de marcha: 7 horas (incluyendo paradas)
El Bisaurín es una de las cumbres más destacadas del Pirineo Occidental, debido a su prominencia y su situación, en la divisoria de los valles de Hecho y Lizara. Es una montaña muy concurrida, que no presenta dificultades técnicas y que por tanto puede ser ascendida fácilmente durante todo el año, aunque en invierno es recomendable el uso de piolet y crampones por lo empinado del último tramo.
Su ascenso se puede acometer desde dos refugios, el de Gabardito (abierto la temporada de verano y todos los fines de semana del año excepto Navidad) y el de Lizara (guardado todo el año), ambos comunicados por carretera, lo que facilita su acceso. No obstante, en invierno podemos encontrarnos con problemas para llegar si hay mucha acumulación de nieve.
Tanto si ascendemos desde Gabardito (1.280 m.) como desde Lizara (1.540 m.), alcanzaremos el Collado de Lo Foratón (2.016 m.) y a partir de aquí la ruta su unifica hasta la cima. Esta cumbre, al igual que muchas otras, ofrece mayores atractivos en invierno, ya que la subida veraniega es un tanto aburrida, aunque ofrece unas vistas privilegiadas. No obstante, a mi gusto, el ascenso desde Gabardito ofrece mayores atractivos paisajísticos.
En esta ocasión afrontamos la subida desde Lizara y en condiciones invernales. Ya hace un par de años que nos encaramamos a la cima de esta montaña en verano (también desde Lizara) y posteriormente hicimos parte del ascenso desde Gabardito durante La Senda de Camille, lo que nos brindó la oportunidad de conocer su otra vertiente, que a nuestro parecer es más bonita y entretenida de recorrer.
Hay bastante nieve acumulada y aunque podemos acceder hasta el mismo refugio con la furgoneta, nos encontramos con que aparcar es imposible y dar la vuelta bastante complicado. Localizamos carretera abajo un sitio para quedarnos quietos todo el fin de semana, lo que nos hará añadir un ratito más de caminata al ascenso.
Tras pasar todo el sábado paseando con las raquetas y disfrutando del entorno del refugio, el domingo madrugamos y nos disponemos a ascender el pico.
A las 9:50 alcanzamos el refugio de Lizara pero nos detenemos sólo para sacar alguna foto con el Bisaurín al fondo, nuestro objetivo de la jornada, que se alza con su manto blanco, mucho más elegante que de normal.
A esta hora la nieve está aun bastante helada y hay una huella ancha y bien marcada, así que optamos por quitarnos las raquetas porque vamos más ligeros sin ellas.
Iniciamos el ascenso siguiendo el balizaje de la GR11, un camino que en nuestra última visita a esta zona recorrimos en sentido inverso. Dejamos a la derecha el sendero que sube hacia el Puerto de Vernera y el Valle de los Sarrios, por donde continúa la Senda de Camille hacia Somport, y vamos ganando altura sin demasiado esfuerzo.
Hay bastante gente subiendo, algunos con raquetas o directamente a pelo como nosotros, pero la mayoría con esquíes, y ya vamos pensando en la envidia que nos van a dar cuando toque bajar…
El cambio de senda veraniega por
huella invernal en la nieve nos tiene fascinados, además de ir más cómodos y más
frescos, encontramos más atractivo el camino. No se puede pedir más…
A las 11:10 asoma ya a la derecha la
pala final, parte más dura del ascenso, que en verano es una cuesta de piedra
suelta incómoda y trabajosa, y que hoy esperamos sea muy diferente.
Continuamos el ascenso en zigzags
sucesivos, ganando altura rápidamente hasta el Cuello de Lo Foratón (2.016 m.),
que alcanzamos a las 11:30, tras habernos saltado alguna que otra curva, con lo
que llegamos un tanto acalorados.
El Collado es una amplia cresta que
supone el punto de confluencia de la GR11 y La Senda de Camille hacia el
Refugio de Gabardito y las ascensiones del Bisaurin y del Puntal Alto de Lo
Foratón (2.155 m.), que se encuentra justo enfrente de la cima principal. La amplia
zona herbosa está ahora cubierta de nieve y no invita a descansar, ya que sopla
además un viento helado que nos hace volver a abrigarnos.
Desde aquí vemos la hilera de
hormiguitas que ascienden poco a poco, marcando el camino a seguir por la pala
y nos ponemos de nuevo en marcha tras calzarnos los crampones y desenfundar
nuestros piolets.
La nieve comienza a ablandarse pero la
inclinación del terreno hace que no esté de más tomar precauciones.
La huella está bastante
estropeada por los descensos y cuesta seguirla, hay escalones muy desiguales y
vamos irremediablemente rompiéndola todavía más. Hacemos algún que otro
descanso para recobrar el aliento y aprovechamos para sacar fotos del camino
que vamos dejando atrás.
A las 13:15 alcanzamos la
cumbre, casi sin aliento por el esfuerzo realizado en los últimos metros. Desde
allí las vistas son sencillamente impresionantes, miremos a donde miremos. Una sucesión
de picos nevados hasta donde nos alcanza la vista, una gozada.
Inmortalizamos nuestra gesta desde varios ángulos pero sin perder mucho tiempo, ya que el viento helado nos obliga a mantenernos en movimiento, y ni nos planteamos comernos el bocadillo aquí arriba, así que en escasos 15 minutos cumplimos con los trámites cimeros y nos ponemos en marcha hacia el valle.
Comprobamos cómo efectivamente la gente baja cual rayo en sus esquíes mientras que nosotros intentamos no hundirnos demasiado en la nieve, ya bastante pastosa.
Mientras pensamos si esa puede ser nuestra siguiente etapa en el mundo montañero, disfrutamos del paisaje en el descenso y nos vamos parando de vez en cuando a hacer fotos.
Dejamos atrás el Collado de Lo Foratón
sin detenernos y continuamos bajando a buen ritmo y ahora si resguardados del
viento. A las 14:30 hacemos un descanso en el punto donde termina el zigzag y
aprovechamos para picar unos frutos secos.
Seguimos descendiendo por el trazado
del GR11 y llegamos al refugio a las 15:30. Este fin de semana de buen tiempo
ha atraído a mucha gente a la montaña y estamos en plena hora punta, así que
nos tenemos que conformar con sentarnos en la nieve a la puerta del bar.
Con un hambre considerable devoramos
el bocadillo y lo acompañamos con un café/colacao bien calentito, que nos sabe
a gloria.
Añadimos a la jornada 20 minutos más
de caminata de regreso a la furgoneta y un buen rato de carretera de regreso a
la ciudad. Nuestro primer ascenso a una cima en invierno ha sido un éxito, y ya
empezamos a pensar en el siguiente destino…