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viernes, 22 de agosto de 2014

Bisaurín (2.670 m.) por Lizara, 3 de marzo de 2013

Distancia: 12 kilómetros
Tipo de recorrido: ida y vuelta 
Desnivel acumulado: 2.440 m. 
Tiempo de marcha: 7 horas (incluyendo paradas)

El Bisaurín es una de las cumbres más destacadas del Pirineo Occidental, debido a su prominencia y su situación, en la divisoria de los valles de Hecho y Lizara. Es una montaña muy concurrida, que no presenta dificultades técnicas y que por tanto puede ser ascendida fácilmente durante todo el año, aunque en invierno es recomendable el uso de piolet y crampones por lo empinado del último tramo.

Su ascenso se puede acometer desde dos refugios, el de Gabardito (abierto la temporada de verano y todos los fines de semana del año excepto Navidad) y el de Lizara (guardado todo el año), ambos comunicados por carretera, lo que facilita su acceso. No obstante, en invierno podemos encontrarnos con problemas para llegar si hay mucha acumulación de nieve.
Tanto si ascendemos desde Gabardito (1.280 m.) como desde Lizara (1.540 m.), alcanzaremos el Collado de Lo Foratón (2.016 m.) y a partir de aquí la ruta su unifica hasta la cima. Esta cumbre, al igual que muchas otras, ofrece mayores atractivos en invierno, ya que la subida veraniega es un tanto aburrida, aunque ofrece unas vistas privilegiadas. No obstante, a mi gusto, el ascenso desde Gabardito ofrece mayores atractivos paisajísticos.


En esta ocasión afrontamos la subida desde Lizara y en condiciones invernales. Ya hace un par de años que nos encaramamos a la cima de esta montaña en verano (también desde Lizara) y posteriormente hicimos parte del ascenso desde Gabardito durante La Senda de Camille, lo que nos brindó la oportunidad de conocer su otra vertiente, que a nuestro parecer es más bonita y entretenida de recorrer. 

Hay bastante nieve acumulada y aunque podemos acceder hasta el mismo refugio con la furgoneta, nos encontramos con que aparcar es imposible y dar la vuelta bastante complicado. Localizamos carretera abajo un sitio para quedarnos quietos todo el fin de semana, lo que nos hará añadir un ratito más de caminata al ascenso. 
Tras pasar todo el sábado paseando con las raquetas y disfrutando del entorno del refugio, el domingo madrugamos y nos disponemos a ascender el pico.

A las 9:50 alcanzamos el refugio de Lizara pero nos detenemos sólo para sacar alguna foto con el Bisaurín al fondo, nuestro objetivo de la jornada, que se alza con su manto blanco, mucho más elegante que de normal. 
A esta hora la nieve está aun bastante helada y hay una huella ancha y bien marcada, así que optamos por quitarnos las raquetas porque vamos más ligeros sin ellas.


Iniciamos el ascenso siguiendo el balizaje de la GR11, un camino que en nuestra última visita a esta zona recorrimos en sentido inverso. Dejamos a la derecha el sendero que sube hacia el Puerto de Vernera y el Valle de los Sarrios, por donde continúa la Senda de Camille hacia Somport, y vamos ganando altura sin demasiado esfuerzo. 

Hay bastante gente subiendo, algunos con raquetas o directamente a pelo como nosotros, pero la mayoría con esquíes, y ya vamos pensando en la envidia que nos van a dar cuando toque bajar…

El cambio de senda veraniega por huella invernal en la nieve nos tiene fascinados, además de ir más cómodos y más frescos, encontramos más atractivo el camino. No se puede pedir más…
A las 11:10 asoma ya a la derecha la pala final, parte más dura del ascenso, que en verano es una cuesta de piedra suelta incómoda y trabajosa, y que hoy esperamos sea muy diferente. 

Continuamos el ascenso en zigzags sucesivos, ganando altura rápidamente hasta el Cuello de Lo Foratón (2.016 m.), que alcanzamos a las 11:30, tras habernos saltado alguna que otra curva, con lo que llegamos un tanto acalorados.

El Collado es una amplia cresta que supone el punto de confluencia de la GR11 y La Senda de Camille hacia el Refugio de Gabardito y las ascensiones del Bisaurin y del Puntal Alto de Lo Foratón (2.155 m.), que se encuentra justo enfrente de la cima principal. La amplia zona herbosa está ahora cubierta de nieve y no invita a descansar, ya que sopla además un viento helado que nos hace volver a abrigarnos. 

Desde aquí vemos la hilera de hormiguitas que ascienden poco a poco, marcando el camino a seguir por la pala y nos ponemos de nuevo en marcha tras calzarnos los crampones y desenfundar nuestros piolets.

La nieve comienza a ablandarse pero la inclinación del terreno hace que no esté de más tomar precauciones. 


La huella está bastante estropeada por los descensos y cuesta seguirla, hay escalones muy desiguales y vamos irremediablemente rompiéndola todavía más. Hacemos algún que otro descanso para recobrar el aliento y aprovechamos para sacar fotos del camino que vamos dejando atrás.











A las 13:15 alcanzamos la cumbre, casi sin aliento por el esfuerzo realizado en los últimos metros. Desde allí las vistas son sencillamente impresionantes, miremos a donde miremos. Una sucesión de picos nevados hasta donde nos alcanza la vista, una gozada. 






Inmortalizamos nuestra gesta desde varios ángulos pero sin perder mucho tiempo, ya que el viento helado nos obliga a mantenernos en movimiento, y ni nos planteamos comernos el bocadillo aquí arriba, así que en escasos 15 minutos cumplimos con los trámites cimeros y nos ponemos en marcha hacia el valle.




Comprobamos cómo efectivamente la gente baja cual rayo en sus esquíes mientras que nosotros intentamos no hundirnos demasiado en la nieve, ya bastante pastosa. 

Mientras pensamos si esa puede ser nuestra siguiente etapa en el mundo montañero, disfrutamos del paisaje en el descenso y nos vamos parando de vez en cuando a hacer fotos.

Dejamos atrás el Collado de Lo Foratón sin detenernos y continuamos bajando a buen ritmo y ahora si resguardados del viento. A las 14:30 hacemos un descanso en el punto donde termina el zigzag y aprovechamos para picar unos frutos secos.

Seguimos descendiendo por el trazado del GR11 y llegamos al refugio a las 15:30. Este fin de semana de buen tiempo ha atraído a mucha gente a la montaña y estamos en plena hora punta, así que nos tenemos que conformar con sentarnos en la nieve a la puerta del bar.
Con un hambre considerable devoramos el bocadillo y lo acompañamos con un café/colacao bien calentito, que nos sabe a gloria.

Añadimos a la jornada 20 minutos más de caminata de regreso a la furgoneta y un buen rato de carretera de regreso a la ciudad. Nuestro primer ascenso a una cima en invierno ha sido un éxito, y ya empezamos a pensar en el siguiente destino…  



lunes, 30 de junio de 2014

Gran Facha (3.005 m.) por Respomuso, 21 de septiembre de 2013

Distancia: 14,50 kilómetros (ida)
Tipo de recorrido: ida y vuelta (en dos jornadas)
Desnivel positivo acumulado: 1820 m.
Tiempo de marcha: 7 horas 30 minutos + 2 horas

El pico conocido como Gran Facha (nombre que desde luego no le hace justicia) o Cúspide de Bachimaña es una cumbre fronteriza entre España y Francia de 3.005 metros de altura. 
Es una montaña de silueta piramidal que forma junto con el pico Llena Cantal (2.956 m.) y el pico Tebarray (2.916 m.), un ramillete de cimas muy vistosas, de esas que dibujamos cuando somos niños y con las que soñamos cuando somos mayores. Esta zona además, ofrece un gran atractivo paisajístico al contar con varios ibones y embalses, habiendo varias excursiones y travesías que ofrecen unas maravillosas vistas en cualquier época del año. 
Es una cima muy solicitada por montañeros franceses y españoles, y puede ascenderse desde el Valle Wallon o desde Respomuso/La Sarra, vertiente por la que nosotros nos hemos decantado. 

En esta ocasión hemos decidido no madrugar demasiado porque tenemos la intención de pernoctar en ruta, así que no tenemos la presión de tener que estar de regreso en la furgoneta o en el refugio a una hora concreta. Hoy estableceremos el ritmo en función de las horas de luz y del sitio que elijamos para plantar nuestra pequeña tienda.


Salimos pues del aparcamiento del Embalse de La Sarra (1.440 m.) donde tantas veces hemos dormido ya a las 10:30, y comenzamos el ascenso hacia el Refugio de Respomuso.

















Este camino, que es trazado del GR11, remonta el Valle de Aguas Limpias, y lo hemos hecho muchas veces ya, pero nos sigue pareciendo un paseo precioso y lo disfrutamos una vez más como si fuera la primera. La señalización marca dos horas y media hasta el refugio, se puede hacer en menos, pero realmente no tenemos ninguna prisa. 

Tras media hora de ruta pasamos por el desvío al Pico Arriel, y más adelante por el que lleva a los Lagos de Arriel, y continuamos ascendiendo cómodamente.

Vamos haciendo alguna parada para sacar fotos, coger agua fresca, comer frambuesas… de paseo, en definitiva. 


A las dos horas de camino aparecen los primeros picos, lejanos todavía, pero el paisaje típico de esta zona del Pirineo, con sus pirámides perfectas, ya se va asomando poco a poco. 
Lo veremos en todo su esplendor cuando alcancemos la altura de la presa, ya que desde allí la panorámica es espectacular: un balcón frente al Circo de Piedrafita, el embalse de Respomuso y el refugio que lleva su nombre.


Ante nosotros tenemos los picos de Gran Facha (3.005 m.), Llena Cantal (2.956 m.) y Tebarray (2.916 m.), tres pirámides que se elevan orgullosas y que parecen desafiarnos a encaramarnos a ellas trepando por sus faldas. 


A las 13:00 alcanzamos el Refugio de Respomuso (2.220 m.), y aprovechamos su sombra para detenemos a picar algo, hacer alguna foto y consultar la ruta en el mapa. Pasamos por el Ibón de Ranas y por algún que otro pequeño ibón, donde los picos se reflejan ofreciendo una estampa idílica que nos obliga a pararnos sí o sí. 


Continuamos siguiendo las marcas de la GR11, y pasamos por una zona de hierba al lado del río que parece ser el lugar ideal donde dormir hoy, tomamos buena nota. 
A partir de aquí el camino ya no es común a la Senda Pirenaica, que se dirige hacia Panticosa pasando por el Cuello de Tebarray, mientras que nosotros seguimos hasta la presa del Ibón de Campoplano (2.140 m.).

Avanzamos por el evidente camino hasta llegar a la pared-presa de Campo Plano. Un cartel nos indica que debemos pasar al otro lado de la pared si queremos seguir dirección a la Facha. De todas formas es fácil orientarse, pues debemos de seguir en todo momento el camino trazado en dirección al barranco de Campo Plano.



Tras una paradita para hacer algunas fotos con el objetivo del día (que aún se ve lejano) y el ibón en primer plano, retomamos la marcha bordeando el lago. Son las 14:15, el día sigue avanzando, y aun nos queda mucho camino por recorrer.





Casi sin darnos cuenta comenzamos a remontar el Barranco de Campoplano, teniendo a partir de ahora en frente la pirámide de La Facha, como la zanahoria delante de la nariz del burro.

El camino discurre por la margen derecha del torrente, que nos acompaña con su frescor mientras ascendemos por el terreno, un tanto irregular y salpicado de piedras.


Cuando ya llevamos un rato remontando el cauce del barranco, y en el sitio más tonto que uno se pueda imaginar, nos caemos a cámara lenta sobre unas piedras bastante poco cómodas que nos dejan, aparte de un buen susto, alguna que otra marca de guerra para los días venideros. Somos conscientes una vez más, de lo que un pequeño traspiés puede conllevar en la montaña, y de la importancia de caminar con los cinco sentidos. Hacemos el consiguiente “informe de daños” y vemos que no hay nada grave que lamentar ni que nos impida continuar, así que lavamos y desinfectamos las heridas (un botiquín básico bien equipado es algo que nunca está de más llevar) y seguimos ascendiendo. Además ya tenemos tema de conversación para un buen rato porque la caída ha sido realmente de las tontas…


Vamos dejando atrás la hierba ya que el terreno se va volviendo cada vez más rocoso conforme ascendemos. Igualmente la cuesta se va haciendo cada vez más empinada, y es que estamos ya encaminados hacia el Collado de La Facha, que tiene una altura considerable. 

Antes de alcanzar el Collado llegamos a un falso collado que nos deposita a 2.515 metros, en Los Ibones de La Facha. 

Son las 15:45 de la tarde, agradecemos que a estas alturas de verano no hace mucho calor, porque en pleno agosto y a estas horas lo que nos queda ahora mismo por delante sería mortal.



El camino rodea los ibones por su margen derecha, por una senda estrecha y colgada que atraviesa un nevero con una grieta bastante amenazadora a sus pies. La grieta no parece cómoda, así que caminamos despacito para evitar cualquier inoportuno resbalón. 


Tras la grieta el nevero se interna en el agua, dando lugar a esos colores turquesa que nos recuerdan a los glaciares de Argentina, y preferimos no imaginarnos lo fría que tiene que estar y lo complicado que tiene que ser salir de ella con la mochila bien cargada, así que caminamos con mucho cuidado y piolet en mano como medida de precaución.




A las 16:00 alcanzamos el Collado de La Facha (2.664 m.), tras superar una dura ladera pedregosa. Desde este privilegiado balcón las vistas son espectaculares. En primer lugar, miramos hacia abajo buscando el camino que acabamos de recorrer, y la vista de los ibones, el nevero y su grieta, enmarcados por todos los picos que se ven a lo lejos, nos deja con la boca abierta. 


Hacia la vertiente francesa, las vistas son igualmente una gozada, las disfrutamos mientras comemos algo, porque hay que coger fuerzas para lo que queda por delante: casi 350 metros de desnivel hasta la cima por la arista Norte de esta pirámide de libro, ahora rocosa y hostil. 

El terreno está bastante descompuesto, y se gana altura rápidamente por lo escarpado de la pendiente. Enseguida nos despistamos de los hitos de la ruta y vamos ganando altura a las bravas, como nos suele pasar en estos casos, utilizando a ratos las manos para progresar, pero sin mayores complicaciones. 
A los pocos metros optamos por despojarnos de las pesadas mochilas y las dejamos escondidas en una cornisa algo resguardada, llegaremos a la cima sólo con la ropa de abrigo, la cámara y el trípode. 

Coronamos la cima a las 17:40, una hora muy tardía si pretendiéramos regresar hasta La Sarra hoy, pero no es nuestro caso. 

La panorámica que se extiende ante nuestros ojos es impresionante. Reconocemos las siluetas de picos de renombre de la cordillera pirenaica, algunos los hemos ascendido, otros están en la lista de los que queremos ascender.


Estamos acompañados en la cima por un ciudadano francés que ha subido a esta hora para quedarse a ver el atardecer. Nos imaginamos que tiene que ser una vista espléndida, pero no nos motiva nada destrepar la arista a oscuras y mucho menos descender todo el barranco sin luz hasta donde hemos pensado pernoctar, así que ni nos lo planteamos. 


Hacemos varias panorámicas generales y nos llaman especialmente la atención las siluetas de los Picos del Infierno (3.081 m.), el Balaitous (3.144 m.) y como no el Vignemale (3.298 m.), todas ellas imponentes.
Posamos enmarcados por los Picos del Infierno, recordando nuestro paso por ellos el año pasado.


Al margen de los picos, la vista hacia lo profundo de los valles de ambas vertientes es espectacular, plagados de ibones y salpicados de neveros aquí y allá.


   

Tras pasar media hora larga en la cima vemos la sombra de La Gran Facha cernirse sobre los Lagos de La Facha, en el lado francés, y decidimos comenzar a descender para que no se nos haga de noche de camino.


Aprovechamos el descenso para hacer las últimas fotos, ya que la vista desde cualquier saliente es impresionante, y no nos resistimos a hacer algún que otro posado. 


Destrepamos poco a poco siguiendo los hitos, echando las manos continuamente a las rocas, recuperamos nuestras mochilas y llegamos al Collado a las 19:00.



Volvemos a pasar por los Ibones de La Facha, despacito y con buena letra aunque a paso un tanto más ligero que a la subida porque la luz se nos escapa y aún queda mucha bajada hasta plantar nuestra pequeña tienda.






Una vez a los pies del barranco, echamos la vista atrás y vemos cómo la última claridad del día tiñe la pirámide de La Facha de un tono rosado que no tarda en desaparecer. 


Esperamos que el montañero francés haya sacado buenas fotos y tenga una buena bajada en penumbra. 


Seguimos descendiendo, cada vez con menos luz, y cada vez a paso más ligero, y finalmente a las 20:00 nos quedamos a oscuras, justo en el momento en que llegamos a nuestro lugar de descanso. A la mañana habíamos localizado una pequeña campa a la izquierda del cauce que desciende del Ibón de Campoplano, que resulta ser efectivamente un lugar ideal. 
Montamos la tienda alumbrados con los frontales, nos aseamos un poco y nos ponemos ropa de abrigo. Nos regalamos una estupenda cena caliente a base de sopa y pasta, que bien merecida nos la tenemos y nada más degustarla nos metemos al calor del saco, en este maravilloso hotel para nosotros solos.

Mañana será otro día y continuaremos con el descenso hasta La Sarra. 



Tras un sueño reparador amenizado por el ruido del agua, abrimos el ojo con las primeras luces de la mañana. Aun luce claramente en el cielo la luna, pero nos ponemos en movimiento y recogemos la tienda antes de que comience el trasiego de gente.

Desayunamos bien abrigados y nos ponemos en camino hacia Respomuso, con idea de decidir allí si alargamos un día más nuestra excursión o no.

Finalmente decidimos bajar a La Sarra y dejar la visita a los Lagos de Arriel para otra ocasión. 



Como despedida de este maravilloso fin de semana, vemos a las marmotas correteando por las orillas del Embalse de Respomuso. Se nota que el verano está muy avanzado porque su figura se aleja bastante de cuando las vimos a principios de mayo “recién levantadas” de su siesta invernal… 













En apenas dos horas de descenso estamos en la furgoneta y emprendemos el regreso a la ciudad, con la sensación de satisfacción que da haber cumplido un objetivo, habiendo disfrutado plenamente del intento y de cada momento. 




lunes, 12 de mayo de 2014

Etapa 10 GR11: Puerto de Urkiaga (918 m.) – Elizondo (220 m.), 6 de abril de 2014

Distancia: 18,9 kilómetros
Desnivel positivo: 350 m.
Desnivel negativo: 1.080 m.
Cota máxima: Collado de Bustalmorro (1.180 m.)
Tiempo de marcha: 5 horas 15 minutos



Como solo disponemos de un día, hemos tenido que hacer uso de la gentileza de la familia para poder hacer una etapa, ya que no era posible la comunicación con transporte público. Dormimos tranquilamente en casa, desayunamos por todo lo alto, y a una hora bastante prudencial nos vienen a buscar para llevarnos al Puerto de Urkiaga. 

Son las 9:45 de la mañana cuando nos ponemos en ruta, no tenemos por delante una etapa especialmente dura ni larga, y quedan muchas horas hasta el autobús de regreso a Pamplona, así que caminamos sin prisa, disfrutando de un domingo soleado. Ha llegado hasta el puerto un autobús lleno de montañeros que por lo visto hacen la ruta en el otro sentido, así que nosotros tenemos el privilegio de poder disfrutar del silencio.















El camino arranca con un leve ascenso entre el hayedo de Quinto Real, el sendero es cómodo y solitario y enseguida llega a una zona donde aparecen las primeras palomeras y casetas de cazadores. 


En apenas 10 minutos vemos la primera señal de la ruta, estamos a casi 18 kilómetros de Elizondo, pero comparado con las dos últimas etapas que hicimos, esto no es nada… 

Continuamos caminando por medio del bosque, el paisaje nos parece de una belleza tranquila y sencilla. El sendero estrecho que recorremos parece estar enmoquetado de hojas secas, y discurre entre grandes hayas cubiertas de musgo de un verde brillante.














A las 10:15 salimos a un claro donde la vista se abre brindándonos una buena panorámica del valle. Hay una cabaña justo al borde de los árboles en la que no nos importaría pasarnos el resto del día tirados al sol. 
Ascendemos por medio del prado ganando altura rápidamente hasta el Collado de Enekorri (1.140 m.) y vemos que allá a lo lejos comienzan a asomarse nuestros queridos Pirineos, con su manto blanco invernal, aún intacto en este comienzo de la primavera.


En el Collado encontramos una señal indicativa de la ruta, que nos marca un giro a la derecha. Continuamos ascendiendo por el cordal, que está flanqueado por pequeñas cabañas para la caza de la paloma, y teniendo en cuenta que aquí la GR11 discurre paralela a la GR12.



Caminamos por la ladera derecha del Artsal (1.259 m.), por una senda estrecha perfectamente marcada, que nos deja a las 10:45 en el Collado de Zagua (1.170 m.), tras haber esquivado un pequeño nevero que suponemos estará bastante resbaladizo.




La valla divisoria ribeteada de puestos de caza marca el camino inequívoco, y continuamos el ascenso hasta el Collado de Bustalmorro (1.180 m.), que alcanzamos a las 11:00.
Desde aquí tenemos unas vistas espectaculares, ya que a nuestra izquierda podemos ver el mar bajo un cielo totalmente despejado,


y a nuestra derecha el Pirineo se muestra altivo y lejano. Además, y por si las vistas no fueran ya lo suficientemente espectaculares, algunos caballos se ofrecen a posar para darle un poco más de gracia a la composición. Un detalle por su parte, ¿no?



Bordeamos la Peña de los Generales (1.165 m.) y llegamos al Collado de Zaldegi (1947 m.), donde nos despistamos de la ruta y bajamos por una zona de prados abandonando la divisoria hasta una borda. 
Al llegar a la borda y no ver marcas nos damos cuenta del error, aunque enmendarlo será sencillo: sólo hay que volver a subir lo que acabamos de bajar. Como la bajada ha sido bastante pronunciada, optamos por reconducirnos a la ruta por la pista que sube del Valle de Baztán.


La subida no es larga, pero cuando llegamos arriba son las 11:50 y el calor comienza a hacerse notar, con lo que agradecemos una pequeña parada para recobrar el aliento y echar unos buenos tragos de agua. 

Ubicados de nuevo en el buen camino ascendemos hasta coronar el Collado de Arlutxe (936 m.), en apenas 5 minutos. Aquí la senda discurre paralela a la divisoria fronteriza.


A las 12:15, y en vista de que no encontramos ninguna piedra en la que acomodarnos para comer a este lado de la frontera, decidimos pasar al extranjero a sentarnos para degustar nuestro estupendo bocadillo de tortilla.

Resulta gracioso lo poco que significan las fronteras cuando a ambos lados hay exactamente lo mismo, y cuando cruzarlas supone salvar una mera valla de madera.


Nos ponemos de nuevo movimiento pasadas las 12:30, y en un cuarto de hora, tras bordear Peña de Alba Aiz (1.074 m.) y dejando atrás la Collada de Beorzu Hargibel (960 m.), llegamos al Collado de Urballo (890 m.). Esta zona de rasos la cruzan varios arroyos y está algo embarrada, así que caminamos con cuidado de no resbalarnos. 

En este punto la GR se torna definitivamente descendente en la etapa de hoy, y por delante ya tenemos ya alrededor de 7 kilómetros de bajada. Aquí nos cruzamos con una familia con niños bastante pequeños, lo que nos hace pensar que no andamos muy lejos de la civilización. Efectivamente, al poco rato pasamos junto a una borda en la que un señor lee la prensa al sol y prepara un buen fuego, nos imaginamos que para dar de comer al resto de la familia, que son quienes nos hemos cruzado caminando hace un momento. 

El camino alterna las zonas de prados con los tramos de bosque, en los que agradecemos la sombra casi como el respirar. Avanzamos a buen paso y a las 13:10 llegamos al Collado Bailei (606 m.).

Seguimos descendiendo y a los 10 minutos salimos a una pista en la que el sol cae a plomo sobre nuestros brazos y nuca, que no hemos protegido convenientemente y que nos quemaremos sin remedio.


La vista de los prados verdes con sus primeras flores, bajo este cielo despejado salvo alguna nube que casi resulta decorativa nos hace detenernos de vez en cuando a sacar fotos. Es el Baztán más brillante.



A las 14:00 pasamos un pequeño arroyo y durante un breve tramo caminamos sobre el cauce del mismo, poniendo a prueba el goretex de las botas y con mucho cuidado de donde pisamos para no terminar con los huesos en el suelo. 





A las 14:15 pasamos por una fuente donde la parada es obligada y continuamos el descenso.

Nos cruzamos con un camino asfaltado pero continuamos descendiendo por un sendero bien marcado que no tarda en llevarnos a los primeros caseríos, donde huye despavorido a nuestro paso un pequeño rebaño de ovejas. 
Debemos ir despistados porque no vemos la Ermita de Santa Engracia (354 m.).



Son las 15:00 cuando llegamos al panel que marca el final de la etapa en Elizondo (200 m.). 

Nos dirigimos hacia el centro del pueblo en busca de una terraza donde escondernos del sol degustando un helado, mientras hacemos tiempo hasta la hora del bus de regreso a Pamplona.





Autobús Elizondo – Pamplona: 5,25 euros/persona