Desnivel positivo: 1.070 m.
Desnivel negativo: 980 m.
Cota máxima: Puerto de Vernera, 2.118 m.
Tiempo de marcha: 5 horas y 20 minutos
Hemos pasado la mejor y más silenciosa
noche de toda la ruta, a excepción de la pareja que teníamos un poco más a la
derecha, que le dio por debatir susurrando sobre su relación, aunque terminaron
pronto porque él no estaba tan parlanchín como ella. Anda que no tendrían
mejores momentos para charlar…
De nuevo el día comienza con un
desayuno potente y con la recogida de la bolsa de picnic, porque la etapa de
hoy es más larga que la de ayer, y cuando terminemos aún nos quedará el
trayecto en bici hasta Lescun y luego en coche hasta Pamplona, así que tenemos
por delante un largo día.
Dejamos Lizara a las 7:50 y comenzamos
la ruta desandando parte del último tramo de pista de ayer, para luego girar a
la derecha e internarnos en un precioso bosque de pinos.
La senda es estrecha y asciende poco a
poco, hasta llegar al refugio de Ordelca, a partir de donde iremos dejando atrás
los árboles y sus sinuosas raíces.
Caminamos a partir de ahora por un
sendero colgado a la izquierda de un valle cerrado: tenemos sobre nosotros la
muralla rocosa del Ruabe del Bisaurín y a la derecha el Macizo de Vernera.
Durante la subida por el Achar de Catiellas nos acompaña un ganadero que va a llevarles sal (el saco parece pesar lo suyo) a sus vacas, que están pastando en la Plana Mestresa. Nos cuenta que hace poco murieron aquí despeñadas 61 novillas pertenecientes a varios ganaderos de la zona (él mismo incluido), y desde donde estamos se observan claramente los huesos, único rastro visible tras el paso de los buitres, ya que por lo inaccesible del lugar no pudieron ser retiradas.
El cree que fue un oso el que
las asustó, aunque desde el Departamento de Medio Ambiente del Gobierno de
Aragón sostienen que los dos osos que esporádicamente transitan por esta zona
(Neré y Canelito) se encontraban en puertos del lado francés muy alejados de
aquí. Nosotros no tenemos ni idea, solo sabemos que efectivamente son muchas
vacas muertas a la vez y que la imagen del grupo de buitres que aquí se
congregó para dar cuenta de los restos debió ser épica.
Con la conversación de este
hombre caminamos muy entretenidos y no nos damos ni cuenta del ascenso, aunque
es constante. Además las vistas son espectaculares.
Alcanzamos la Caseta de Vernera
(1.976 m.) a las 9:10 y paramos a picar algo rápido a la vez que hacemos unas
fotos.
Continuamos ascendiendo y
dejamos a la derecha el ibón colmatado de Pau de Vernera (1.984 m.) para
internarnos en la Plana Mestresa, una alfombra verde atravesada por el Barranco
de Vernera. Recorremos el valle siguiendo el curso del agua y vamos parando a
hacer fotos porque el paisaje es sencillamente fabuloso.
El ascenso continúa hasta que
coronamos a las 9:55 el Puerto de Vernera (2.115 m.), y a partir de entonces
comenzamos el descenso.
Bajamos unos pocos metros tras
girar a la izquierda y penetramos en el Valle de los Sarrios, una de las joyas
escondidas de la Senda y de los Pirineos en general. Se trata de un valle
encajonado entre las paredes del Pico Liovella (2.334 m.) a la izquierda, del
Puntal del Bozo (2.407 m.) a la derecha y del Circo de O Ibón al fondo.
La roca desnuda contrasta con
el manto herboso de la vaguada y el riachuelo que la atraviesa, salpicado aquí
y allá con bloques erráticos, el resultado es una imagen impresionantemente
bella que queremos una y otra vez llevarnos en nuestra cámara.
Lo ideal es recorrer este valle
a primera hora de la mañana, cuando los sarrios aún no se han asustado del
trajín de los humanos y se les puede observar desde bastante cerca.
Hay que tener cuidado ya que
parte de la superficie del valle está encharcada y es fácil terminar con los
pies sumergidos.
El valle termina en el Ibón de los
Sarrios, que alcanzamos a las 10:15, y que al volver la vista atrás nos brinda
una panorámica impresionante, más aún si nos subimos a alguno de los bloques
para ganar perspectiva.
Comenzamos el descenso hacia el Ibón
de Estanés por un camino abrupto e incómodo que pierde desnivel rápidamente por
las Laderas de Cantal. Cuando ya estamos llaneando tomamos un desvío a la
derecha hacia el ibón. Aquí es importante no liarse, ya que un poco más
adelante nos enlazaremos con la GR11 en dirección a Somport y una confusión con
las señales nos puede llevar directos a Aguas Tuertas, como casi les pasa a una
pareja de francesas que iban delante de nosotros.
Bordeamos el ibón por la derecha pero
sin bajar hasta la orilla, pensando en lo diferente que recordábamos esta zona,
ya que nuestra última visita fue en pleno invierno con las raquetas.
Dejamos atrás el ibón a las 11:00 y tomamos un desvío a la derecha por
donde ya se ve mucha gente subiendo y bajando, y es que desde Sausanet este es
un bonito paseo para hacer en un día y en cualquier época del año.
Paramos a comer en la bifurcación hacia el parking de Sausanet y a las
11:50 nos ponemos de nuevo en marcha para internarnos en el bosque del mismo
nombre, tras pasar por una zona de prados con unas vistas muy chulas.
El bosque está sombrío y húmedo y doy un par de traspiés sin consecuencias
que me hacen ir con los cinco sentidos atentos. Pasamos a algún que otro
excursionista a la velocidad del rayo, y es que se nota que hoy es nuestro
cuarto día de ruta y andamos muy en forma…
Llegamos a la Chorrota de Aspe a las 12:30 pero pasamos de largo porque el año pasado ya hicimos las fotos de rigor al confundirnos de camino y hoy tenemos aún bastante camino por delante.
Recorremos despacito el estrecho sendero que cruza el canchal, con un buen
susto ya que un grupo va por un sendero justo encima nuestra (a pesar de las
señales expresas de peligro) y las piedras sueltas evidentemente nos caen a
nosotros. Esperamos a que rectifiquen y vayan por donde se debe ir y entramos
de nuevo en el bosque aliviados.
Salimos a una zona de monte bajo y a las 13:00 llegamos a una bifurcación
que tomamos hacia la izquierda, ya que hacia la derecha bajaríamos a la
carretera de Candanchú.
Ascendemos un
poco entre matorrales que nos marcan un poco más las piernas y pasamos por la
Ciudad de Piedra para introducirnos después en las pistas de ski de fondo hasta
el Alto de Santa Cristina o Cima de Candanchú.
Desde aquí el camino desciende hasta el Puerto de Somport (1.615 m.),
donde llegamos a las 14:10. Nos tomamos algo fresquito, sellamos la cartilla (y
recogemos la camiseta de premio por haber completado la Senda), cogemos las
bicis y dejamos las mochilas.
Recorremos los casi 18 kilómetros hasta Cette-Eygun por la N134, que son totalmente de bajada y se van pasando sin problemas aunque con prudencia porque hay tráfico.
Al llegar al pueblo, y en vista de que en breve comienza la subida a
Lescun (que no me veo con fuerzas de hacer), decidimos separarnos: yo me quedo
en una feria de artesanía comprando un poco de queso y pastel vasco y Jorge
echa el resto hasta llegar a la furgoneta, primero en bici (los últimos dos
kilómetros de bajada) y luego corriendo (casi 6 kilómetros de subida), ¡un
final de travesía por todo lo alto!
Finalmente paramos en el abergue a recoger las mochilas y regresamos a
casa satisfechos aunque con pena de terminar la travesía, y ya pensando en
nuevas rutas, aunque nuestro objetivo más cercano es un viaje al otro extremo
del planeta…