Distancia:
13,4 kilómetros
Desnivel
positivo: 41 m.
Desnivel
negativo: 1.042 m.
Cota
máxima: Barranco de Ballibierna (2.326 m.)
Tiempo
de marcha: 3 horas y 10 minutos
Hace un par de noches fue luna llena, y tras las tormentillas de ayer, el cielo quedó totalmente despejado, con lo que hoy hemos dormido bajo una enorme claridad que a ratos parecía el mismo amanecer a través de la tela de la tienda. A pesar de eso hemos dormido bastante bien, sobre todo yo.
Con la luz del día comprobamos
que las vistas son espectaculares y nos sentimos tremendamente privilegiados
por haber podido pasar la noche aquí, en este entorno y totalmente solos. Es una
sensación de libertad maravillosa, que compensa con creces lo duro del suelo y
lo pobre del desayuno…
Tras recoger todo, nos ponemos
en ruta a las 8:15, retomando el descenso donde lo dejamos ayer, cuando ya
empieza a subir gente desde el valle y nos van dando los buenos días.
A las 8:40 llegamos al paraje conocido como Pleta de Llosás (2.200 m.), un llano herboso y medio encharcado donde confluyen los barrancos de Llosás y Ballibierna.
El lugar es precioso, enmarcado allá arriba por los Montes Malditos.
No nos cuesta ningún esfuerzo imaginarnos volviendo aquí
para pasar un par de días paseando y ascendiendo alguna cumbre…
Todavía no han aparecido por aquí los
rayos de sol, y parece que al paisaje le cuesta desperezarse y librarse de la
bruma mañanera. Nosotros aprovechamos el fresco para continuar a buen ritmo
hacia abajo con la idea de llegar al Centro de Salud de Benasque para que le
miren a Jorge el pie, que le sigue molestando.
El camino poco a poco se va volviendo
más cómodo, volvemos a pisar hierba y al suavizarse la pendiente se avanza
mejor.
A las 9:00 el camino se convierte en
una pista bastante accidentada e irregular, por la que vamos con cuidado de no
tropezarnos.
Poco a poco se va ensanchando y allanando y
desemboca finalmente en el claro que alberga el Refugio de Coronas o
Ballibierna (1.990 m.), hasta donde llega un autobús varias veces al día, en la
temporada veraniega.
Este era el final de etapa que
habíamos previsto para ayer, y al llegar nos damos cuenta de que apenas nos
quedaba una hora de camino, pero no nos arrepentimos de la decisión tomada. Hemos
dormido muy bien en un lugar que difícilmente olvidaremos, y ayer necesitábamos
descansar.
Llegamos allí a las 9:25, y procedemos
a inspeccionar el lugar, que tiene bastante buena pinta. Otro sitio más que
fichamos para volver un fin de semana, y ¡ya llevamos unos cuantos!
Continuamos tras
una breve parada, descendiendo por la pista mientras charlamos y soñamos con el
filete con patatas que pensamos comernos hoy en Benasque. La mañana es clara y
la temperatura es ideal para pasear, así que vamos bajando a buen paso.
Como todos los
tramos de pista que nos tocan, al principio lo agradecemos, sobre todo tras el
descenso por piedra que hicimos ayer, pero la sensación es breve y enseguida
nos aburrimos de la monotonía.
Al menos tenemos suerte y solo nos cruzamos una
vez con el autobus, que además va bastante despacito.
En la ladera
derecha podemos observar varios torrentes y alrededor vemos las consecuencias
de las últimas lluvias, con evidentes desprendimientos de tierra y árboles.
Nos cruzamos con bastante gente que
sube paseando con mochila ligera, lo que es síntoma claro de que nos acercamos
a la civilización.
Vamos parando a hacer fotos de la
ladera izquierda del valle, el río allá abajo, rocas que nos llaman la atención…
en definitiva, vamos de paseo turístico y relajado, aunque a paso ligero, eso
sí.
A las 11:40, hartos ya del eterno descenso por pista (quitando algún breve atajo a través del bosque), llegamos por fin al primero de los campings de Puen de San Jaime (1.254 m.), donde son también visibles los daños provocados por la crecida del río Ésera.
En 10 minutos más llegamos al Camping Aneto, donde nos comemos un estupendo bocadillo de lomo con queso.
Conseguimos llegar a Benasque en el coche de una trabajadora del camping porque se nos pasa el último autobús, y nos dirigimos directamente al Centro de Salud, donde atienden a Jorge muy rápido.El diagnóstico no es preocupante, así que decidimos buscar alojamiento para hoy en el pueblo y ver cómo evoluciona el asunto.
Nos quedamos en el Hotel Llibrada, en el mismo centro de Benasque, y nada más llegar procedemos a ducharnos, lavar algo de ropa, extender la tienda en el balcón para que termine de secarse… logística de la ruta, vaya.
Echamos una breve siesta y nos vamos a dar una vuelta por la zona, mientras decidimos qué hacer mañana. Finalmente optamos por ascender el Aneto, para probar qué tal responde el pie de Jorge y asumiendo que lo peor que puede pasarnos es que tengamos que darnos la vuelta.
Con este objetivo hacemos algo de compra para poder desayunar mañana en el hotel (el autobús sale a las 4:30) y para llevarnos un buen bocata para comer. Alquilamos además dos pares de crampones y dos piolets.
Cenamos opíparamente en el hotel, dejamos todo preparado para rascarle mañana unos minutos más al despertador y nos acostamos prontito.
Noche de hotel y cena (menú): 94 euros
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