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lunes, 12 de mayo de 2014

Etapa 10 GR11: Puerto de Urkiaga (918 m.) – Elizondo (220 m.), 6 de abril de 2014

Distancia: 18,9 kilómetros
Desnivel positivo: 350 m.
Desnivel negativo: 1.080 m.
Cota máxima: Collado de Bustalmorro (1.180 m.)
Tiempo de marcha: 5 horas 15 minutos



Como solo disponemos de un día, hemos tenido que hacer uso de la gentileza de la familia para poder hacer una etapa, ya que no era posible la comunicación con transporte público. Dormimos tranquilamente en casa, desayunamos por todo lo alto, y a una hora bastante prudencial nos vienen a buscar para llevarnos al Puerto de Urkiaga. 

Son las 9:45 de la mañana cuando nos ponemos en ruta, no tenemos por delante una etapa especialmente dura ni larga, y quedan muchas horas hasta el autobús de regreso a Pamplona, así que caminamos sin prisa, disfrutando de un domingo soleado. Ha llegado hasta el puerto un autobús lleno de montañeros que por lo visto hacen la ruta en el otro sentido, así que nosotros tenemos el privilegio de poder disfrutar del silencio.















El camino arranca con un leve ascenso entre el hayedo de Quinto Real, el sendero es cómodo y solitario y enseguida llega a una zona donde aparecen las primeras palomeras y casetas de cazadores. 


En apenas 10 minutos vemos la primera señal de la ruta, estamos a casi 18 kilómetros de Elizondo, pero comparado con las dos últimas etapas que hicimos, esto no es nada… 

Continuamos caminando por medio del bosque, el paisaje nos parece de una belleza tranquila y sencilla. El sendero estrecho que recorremos parece estar enmoquetado de hojas secas, y discurre entre grandes hayas cubiertas de musgo de un verde brillante.














A las 10:15 salimos a un claro donde la vista se abre brindándonos una buena panorámica del valle. Hay una cabaña justo al borde de los árboles en la que no nos importaría pasarnos el resto del día tirados al sol. 
Ascendemos por medio del prado ganando altura rápidamente hasta el Collado de Enekorri (1.140 m.) y vemos que allá a lo lejos comienzan a asomarse nuestros queridos Pirineos, con su manto blanco invernal, aún intacto en este comienzo de la primavera.


En el Collado encontramos una señal indicativa de la ruta, que nos marca un giro a la derecha. Continuamos ascendiendo por el cordal, que está flanqueado por pequeñas cabañas para la caza de la paloma, y teniendo en cuenta que aquí la GR11 discurre paralela a la GR12.



Caminamos por la ladera derecha del Artsal (1.259 m.), por una senda estrecha perfectamente marcada, que nos deja a las 10:45 en el Collado de Zagua (1.170 m.), tras haber esquivado un pequeño nevero que suponemos estará bastante resbaladizo.




La valla divisoria ribeteada de puestos de caza marca el camino inequívoco, y continuamos el ascenso hasta el Collado de Bustalmorro (1.180 m.), que alcanzamos a las 11:00.
Desde aquí tenemos unas vistas espectaculares, ya que a nuestra izquierda podemos ver el mar bajo un cielo totalmente despejado,


y a nuestra derecha el Pirineo se muestra altivo y lejano. Además, y por si las vistas no fueran ya lo suficientemente espectaculares, algunos caballos se ofrecen a posar para darle un poco más de gracia a la composición. Un detalle por su parte, ¿no?



Bordeamos la Peña de los Generales (1.165 m.) y llegamos al Collado de Zaldegi (1947 m.), donde nos despistamos de la ruta y bajamos por una zona de prados abandonando la divisoria hasta una borda. 
Al llegar a la borda y no ver marcas nos damos cuenta del error, aunque enmendarlo será sencillo: sólo hay que volver a subir lo que acabamos de bajar. Como la bajada ha sido bastante pronunciada, optamos por reconducirnos a la ruta por la pista que sube del Valle de Baztán.


La subida no es larga, pero cuando llegamos arriba son las 11:50 y el calor comienza a hacerse notar, con lo que agradecemos una pequeña parada para recobrar el aliento y echar unos buenos tragos de agua. 

Ubicados de nuevo en el buen camino ascendemos hasta coronar el Collado de Arlutxe (936 m.), en apenas 5 minutos. Aquí la senda discurre paralela a la divisoria fronteriza.


A las 12:15, y en vista de que no encontramos ninguna piedra en la que acomodarnos para comer a este lado de la frontera, decidimos pasar al extranjero a sentarnos para degustar nuestro estupendo bocadillo de tortilla.

Resulta gracioso lo poco que significan las fronteras cuando a ambos lados hay exactamente lo mismo, y cuando cruzarlas supone salvar una mera valla de madera.


Nos ponemos de nuevo movimiento pasadas las 12:30, y en un cuarto de hora, tras bordear Peña de Alba Aiz (1.074 m.) y dejando atrás la Collada de Beorzu Hargibel (960 m.), llegamos al Collado de Urballo (890 m.). Esta zona de rasos la cruzan varios arroyos y está algo embarrada, así que caminamos con cuidado de no resbalarnos. 

En este punto la GR se torna definitivamente descendente en la etapa de hoy, y por delante ya tenemos ya alrededor de 7 kilómetros de bajada. Aquí nos cruzamos con una familia con niños bastante pequeños, lo que nos hace pensar que no andamos muy lejos de la civilización. Efectivamente, al poco rato pasamos junto a una borda en la que un señor lee la prensa al sol y prepara un buen fuego, nos imaginamos que para dar de comer al resto de la familia, que son quienes nos hemos cruzado caminando hace un momento. 

El camino alterna las zonas de prados con los tramos de bosque, en los que agradecemos la sombra casi como el respirar. Avanzamos a buen paso y a las 13:10 llegamos al Collado Bailei (606 m.).

Seguimos descendiendo y a los 10 minutos salimos a una pista en la que el sol cae a plomo sobre nuestros brazos y nuca, que no hemos protegido convenientemente y que nos quemaremos sin remedio.


La vista de los prados verdes con sus primeras flores, bajo este cielo despejado salvo alguna nube que casi resulta decorativa nos hace detenernos de vez en cuando a sacar fotos. Es el Baztán más brillante.



A las 14:00 pasamos un pequeño arroyo y durante un breve tramo caminamos sobre el cauce del mismo, poniendo a prueba el goretex de las botas y con mucho cuidado de donde pisamos para no terminar con los huesos en el suelo. 





A las 14:15 pasamos por una fuente donde la parada es obligada y continuamos el descenso.

Nos cruzamos con un camino asfaltado pero continuamos descendiendo por un sendero bien marcado que no tarda en llevarnos a los primeros caseríos, donde huye despavorido a nuestro paso un pequeño rebaño de ovejas. 
Debemos ir despistados porque no vemos la Ermita de Santa Engracia (354 m.).



Son las 15:00 cuando llegamos al panel que marca el final de la etapa en Elizondo (200 m.). 

Nos dirigimos hacia el centro del pueblo en busca de una terraza donde escondernos del sol degustando un helado, mientras hacemos tiempo hasta la hora del bus de regreso a Pamplona.





Autobús Elizondo – Pamplona: 5,25 euros/persona


lunes, 5 de mayo de 2014

Etapa 9 GR11: Vera de Bidasoa (56 m.) – Faro de Higuer (nivel del mar), 23 de febrero de 2014

Distancia: 31,6 kilómetros
Desnivel positivo: 830 m.
Desnivel negativo: 790 m.
Cota máxima: Collado de Ursain (465 m.)
Tiempo de marcha: 9 horas y 50 minutos



Ayer nos dormimos incluso antes de apoyar la oreja en la almohada, y hemos descansado como bebés, que buena falta nos hacía. Desayunamos solos en la cocina-comedor y salimos del hostal a las 8:40.
El día está completamente despejado, y se nota que nos hemos acercado a la costa porque no tenemos el frío ni se observa la helada que veíamos ayer. Paramos a comprar el pan para los bocatas y se nos hace la boca agua con el surtido de bollos que hay expuesto, y eso que acabamos de darnos un buen desayuno…

Contra todo pronóstico no tenemos muchas agujetas (ayer parecíamos dos octogenarios caminando lentamente mientras íbamos en busca de la cena) y comenzamos con bastantes ganas esta última etapa que nos llevará hasta el mar. 


Recorremos Vera de Bidasoa por su calle principal y a las 9:00 cruzamos el puente gótico que marca la salida del pueblo, última población de la Comunidad Foral de Navarra.
Aprovechamos la parada fotográfica para quitarnos ya las primeras capas de ropa que nos sobran, la temperatura es muy agradable y el día promete calentar.


Tras cruzar el puente aparece la primera señalización de la ruta, el Faro de Higuer, objetivo de la jornada, se encuentra nada más y nada menos que a 30 kilómetros de aquí, y nos costará alcanzarlo alrededor de 8 horas. Nos queda la duda de si ver esto motiva o desmoraliza, pero ni cortos ni perezosos nos lanzamos a caminar.

Comenzamos ascendiendo por un camino ancho y soleado, ya que aun los árboles que lo flanquean no han tenido tiempo de sacudirse de encima el inverno.
A las 9:40 alcanzamos una pequeña collada (230 m.) desde donde tenemos una estupenda vista de Vera y de la bajada que hicimos ayer para alcanzar el pueblo.




Continuamos por una ancha pista forestal donde se observan bastantes árboles partidos, suponemos que es la cicatriz dejada por los últimos temporales de lluvia y fuertes vientos, que este año han azotado la cornisa cantábrica sin tregua.


Aprovechamos el rato de llaneo para charlar y planificar futuras salidas, haciendo “monterapia”, como es nuestra costumbre. Estas etapas sin demasiado desnivel se hacen un poco aburridas, pero lo cierto es que pasear de vez en cuando tampoco está mal.




Poco a poco el camino se transforma en una senda ancha que discurre cómodamente por un hayedo.

Se trata de un camino soleado y tranquilo, donde los árboles cubiertos de musgo y las laderas alfombradas de hojas nos hacen detenernos para sacar fotos una y otra vez. No podemos resistirnos a sacar el trípode y hacer un poco el tonto, ya le vamos cogiendo el truco a este tipo de fotos...



Ascendemos levemente hasta la cota de 392 m. del Collado de Tellería, que alcanzamos a las 10:40, donde podemos divisar el mar, a través de una pequeña ventana en los relieves del paisaje.

Pasamos por varios caseríos y cambiamos la alfombra de hojas por la pista.



A las 10:45 pasamos por una granja que se extiende a ambos lados del camino, y nos detenemos a saludar a uno de sus habitantes, este caballo tranquilo al que no tenemos nada que dar de comer y que nos sigue paralelo a la valla mientras nos alejamos.

Tras pasar un pequeño riachuelo en una curva sombría, avanzamos por un camino estrecho y bastante embarrado, donde nos cruzamos con una pareja que anda un poco perdida y a la que no podemos orientar demasiado porque no conocemos esta zona. 


Salimos a un carretil asfaltado y comenzamos el descenso hacia la Presa de San Antón, por un camino que deja la pista a la derecha y se interna de nuevo en la vegetación. Son las 11:10 y decidimos hacer una pequeña parada para picar algo y descansar un poco nuestros sufridos pies. La compañía que tenemos es de lo más tranquila, estos ponis que pastan tan tranquilos en un pequeño claro del camino, y que casi parecen posar mientras los retratamos.





El camino de bajada hasta la presa atraviesa una zona boscosa y húmeda, con troncos que dificultan el paso y piedras húmedas en las que es necesario poner atención para no terminar con un esguince o por los suelos. Es un paisaje totalmente distinto al que hemos visto hasta ahora.



Tras salir del sombrío bosque, ya con el pantano a nuestro pies, pasamos de largo del bar Ola Berri, porque acabamos de almorzar.  Llegamos a una granja en la que una cabra y sus dos cabritas toman el sol ajenas al jaleo que vamos a provocar sin proponérnoslo con nuestro paso. La madre huye hacia arriba y las dos crías van camino abajo, lo que desata los gritos desesperados de la primera, reclamando nos imaginamos que las segundas regresen a su lado una vez hemos pasado, a lo que ellas hacen caso omiso. 

A las 11:50 llegamos a la Presa de San Antón (240 m.), que se está al límite de su capacidad, y que de hecho desembalsa agua por una de sus compuertas, y es que realmente por aquí ha llovido mucho últimamente.
Bordeamos la presa por la carretera y cogemos una pista que gira a la derecha, bajo la Peña de Aia. Un panel informativo nos hace ver que aun no hemos recorrido 13 kilómetros desde Bera, lo cual no es muy buena señal, en vista de lo cansados que llevo ya los pies…


Nada más entrar en la pista nos cruzamos con un grupo de franceses que están haciendo la HRP, van con ganas de charlar pero nosotros en vista de todo lo que nos queda por delante, queremos aligerar mientras el desnivel nos permita ir en “modo persecución”, así que enseguida los dejamos atrás y apretamos el paso.

Entramos en tierras gipuzkoanas sin darnos cuenta (como generalmente se cruzan las fronteras en la montaña) y tras un rato de llanear comenzamos a subir por la pista por sucesivos zigzags. No frenamos el ritmo y coronamos el Collado de Ursain (460 m.) a las 13:20. La subida se hace larga pero las vistas desde el alto merecen la pena, vemos allá lejos el Orhi (2.016 m.), primera cima que supera los dosmil metros de la cordillera, con su manto blanco invernal. 


Apenas 10 minutos después llegamos a una zona acondicionada como merendero en el Collado de Erlaitz (449 m.), a la derecha mismo de la carretera, donde varias familias disfrutan de uno de los primeros domingos de sol. No obstante en el alto hace bastante viento y no es el sitio ideal para comer, pero estamos que nos caemos de hambre y mis pies necesitan desesperadamente una tregua.
Al llegar al alto yo estoy a punto de abandonar y bajar en autostop a Irun, pero el bocadillo reconstituyente de queso y unos buenos tragos de Isostar me convencen de afrontar con energías renovadas el último tramo de la etapa. 


A las 14:00 nos ponemos de nuevo en movimiento. Un cartel nos indica que estamos a hora y media de Irún, y con el mar ocupando la mayor parte del horizonte comenzamos a descender.
Salvo por la perspectiva de llegar al mar, cada vez más cercano, la pista es bastante monótona y aburrida, salvo por un caserío en el que han puesto un figura enorme del Olentzero que nos hace detenernos a hacer alguna foto.  


Tras pasar el Collado de Saroia (190 m.) ascendemos levemente hasta alcanzar a las 15:00 la Ermita de San Marcial (200 m.), desde donde las vistas son espectaculares, sobre todo con el espléndido día que hace.

Aquí hay otra zona de merendero, más resguardada, y que está hasta arriba de gente. 


Hacemos varias panorámicas y posados, pero no nos detenemos demasiado porque el Faro aun está lejos y luego tenemos que coger un autobús para regresar a Elizondo.


Retomamos el descenso y a las 15:40 llegamos a Irún (5 m.), contentos de pisar acera y poder parar en un bar a tomarnos algo fresco. Los pies van ya al límite de su aguante, pero a cabezones no nos gana nadie y nos resistimos a abandonar mientras tengamos tiempo y algo de energía en la reserva. Durante la bajada hemos fantaseado con la idea de dejar la ruta en Irún y retomarla otro día como ruta pintxos, exclusivamente por el gusto de llegar al Faro, pero al final nos dejamos llevar y continuamos hasta la meta.

A partir de aquí la ruta es eminentemente urbana, y la señalización es inexistente, con lo que echamos mano del mapa de www.travesiapirenaica.com. Estos últimos 9 kilómetros se hacen eternos, atravesamos todo Irún, llegamos a Hondarribia (24 m.) y dejamos atrás su playa y su puerto deportivo, para afrontar un último tramo de carretera hasta la meta. 



Nos encontramos con este enorme socavón en la carretera, huella de las últimas ciclogénesis explosivas, que aquí han golpeado con fuerza y han dejado cuantioso destrozos.



Pasamos asomándonos con mucho cuidado y pensando en el tremendo dineral que va a costar arreglar los desperfectos.



Son las 17:30 cuando alcanzamos por fin el Faro del Cabo de Higuer (42 m.), totalmente agotados pero con la satisfacción de haber cumplido el objetivo.

A nuestra espalda queda todo el Pirineo, parte lo hemos recorrido ya y parte esperamos poder recorrerlo.


Parecemos un par de bichos raros con nuestros mochilones y nuestro uniforme de montañeros, rodeados de domingueros y paseantes, y más aun cuando nos abrazamos como si acabáramos de conquistar una cima lejana. Nos da lo mismo, hemos llegado a uno de los extremos de la GR11, estamos emocionados y podemos emprender el regreso a casa tras un fin de semana más que provechoso.

Para no volver por el mimo sitio tomamos el camino que va por la costa, ya que a pesar de que la carretera está cortada por el socavón, debe haber otras comunicaciones porque hay muchísimos coches.
El sendero resulta ser una gozada, el mar era el objetivo de este fin de semana, y caminar paralelos a él nos reconforta del cansancio.


Salimos de nuevo a la zona del puerto y no nos resistimos a bajar a la playa para hacernos unas autofotos de despedida, que suponen el epílogo de la ruta por su extremo Occidental, y que esperamos poder repetir algún día en el extremo Oriental, el Cap de Creus.





Una vez cumplido con el trámite fotográfico, localizamos la parada del autobús urbano que nos lleve a Irún, y esperamos pacientemente picando unas patatuelas. son las 18:10, y no tenemos mucho rato, pero ya en Irún, y una vez tenemos claro desde dónde sale el autobús a Elizondo, nos vamos a comer unos pintxos, que nos los hemos ganado a pulso. Acompañamos además la merienda-cena con un estupendo postre de chocolate, y antes de darnos cuenta tenemos la hora de embarcar.
Regresamos a Elizondo en apenas 50 minutos, cogemos la furgoneta y nos encaminamos a Pamplona, cansados pero contentos. Pensando ya en cuándo podremos continuar con las siguientes etapas de la ruta…



Bus urbano de Hondarribia a Irun: 3.20 euros.
Bus de Irun a Elizondo: 10 euros.