Distancia: 6 kilómetros
Desnivel positivo: 760 m.
Desnivel negativo: 0 m.
Tiempo de marcha: 3 horas y 40 minutos
Tal y como nos temíamos ayer, la noche ha sido movidita, los vecinos han hecho mucho ruido, y ha ocurrido lo peor que puede pasar en estas circunstancias: que quien molesta se acueste más tarde que tú y se levante más temprano, con lo cual te joroba por partida doble, mala suerte.
A las 8:15 ya estamos desayunando ante la imposibilidad de dormir más, y para las 9 nos hemos puesto en camino. Nuestra primera sorpresa es que ayer no sólo pasamos todo el pueblo de Ulleri, sino que llegamos a la siguiente población, Ban Thanti, así lógicamente no podíamos encontrar la casa que nos habían recomendado… La verdad que tiene delito no habernos dado cuenta ayer, ya que lo pone claramente en la puerta del comedor, en fín, estas cosas que nos suelen pasar...
Ayer cuando nos metimos en el lodge estaba nublado y no pudimos apreciar las vistas, pero como sucede aquí muy a menudo la mañana está totalmente despejada y el Machhapuchhre no tarda en asomar allá a lo lejos, con lo que hacemos enseguida las primeras paradas para hacer fotos. Su silueta se recorta sobre un maravilloso cielo azul, y nos comienza a mostrar lo que vamos a poder contemplar en los próximos días.
Seguimos subiendo
la interminable escalera de piedra, y caminamos principalmente a la sombra por
un bosque de rododendros, lo cual se agradece y se disfruta. De vez en cuando
el sendero cruza el río o nos sorprende con alguna pequeña cascada, pero en
general se trata simplemente de una escalera que sube y sube, aunque de vez en
cuando haya un breve tramo de bajada.
Hacemos una breve paradita a eso de las 10:30, un poco antes de llegar a la aldea de Naya Thanti (2.430 m.), y picamos algo para reponer fuerzas. A partir de Ban Thanti la zona está menos poblada, y de hecho a excepción de este pueblo, no encontraremos otro núcleo hasta el fin de la etapa.
Seguimos
ascendiendo hasta llegar a Ghorepani (2.860 m.), que según dicen está a 3.280
escalones de Birethanti, y nosotros no los hemos contado, pero damos fé de que
son muchos, ¡y de que no nos hemos saltado ninguno!
El pueblo se divide
en dos núcleos, el de abajo y el de arriba, separados entre sí por unos 20
minutos de escaleras. Nada más aparecer las primeras casas nos encontramos con
el comité de bienvenida, unos burros cargadísimos de víveres que suponemos
habrán hecho cientos de veces este recorrido hasta Nayapul.
En la zona de
arriba del pueblo se encuentra el puesto de control de la policía en el que hay
que enseñar el permiso de entrada a la Zona de Conservación del Annapurna para
su consiguiente sellado. Una vez pasado el trámite nos disponemos a recorrer el
pueblo en busca de alojamiento, ya que hay bastantes opciones para elegir.
Finalmente nos
hospedamos en el Mountain View Lodge, y son las 12:40 cuando nos instalamos en
la habitación y vamos encargando la comida. Como es habitual, las nubes ya han
ido cubriendo las montañas y el pueblo parece envuelto en una especie de velo
que no nos deja ver nada más allá de sus límites, así que nos centramos en
comernos un estupendo plato de pasta con tomate y queso, darnos una merecida
ducha y descansar.
A la tarde nos
damos una vuelta por el pueblo, que entre la niebla da la impresión de estar más
alto y más remoto, una vez más las montañas
que nos rodean se resisten a dejarse ver.
Las casas cubiertas de hojalata nos siguen llamando la atención y cada detalle nos parece digno de ser fotografiado, así que ejercemos de turistas cámara en mano mientras paseamos.
Las casas cubiertas de hojalata nos siguen llamando la atención y cada detalle nos parece digno de ser fotografiado, así que ejercemos de turistas cámara en mano mientras paseamos.
Localizamos el
punto donde mañana iniciaremos la subida al Poon Hill, compramos algunos recuerdos
y regalos para los amigos, y nos conectamos un rato a internet en una tienda de
lo que podríamos llamar plaza del pueblo. Damos señales de vida a la familia y
amigos y avisamos de que los próximos días estaremos incomunicados.
Cenamos temprano y
hacemos un poco de tiempo jugando a las cartas y disfrutando de un buen te
caliente (que se agradece con el frío que empieza a hacer fuera) y nos acostamos pronto porque mañana toca buen madrugón. Hemos elegido una habitación grande y con baño propio, así que hoy dormimos un poco más cómodos y desde luego mucho más tranquilos que ayer.
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