Desnivel positivo: 75 m.
Desnivel negativo: 1.870 m.
Tiempo de marcha: 5 horas y 40 minutos
Son alrededor de las once de la noche en Pamplona, y suponemos que
nuestras familias y amigos están en sus casas cómodamente o tal vez disfrutando
de unas cañas. A casi 10.000 kilómetros de allí, en el Campo Base Sur del
Annapurna I, a 4.130 metros sobre el nivel del mar, son casi las 5:30 y el sol
está a punto de hacer su aparición, y ni cortos ni perezosos, salimos de la
cama dispuestos a no perdernos el espectáculo.
El frío es
penetrante y los pies se resienten (sobre todo los míos, mis botas estaban
húmedas ayer cuando me las quité y seguían húmedas cuando me las he calzado hoy),
pero eso no nos desanima, y esperamos con la mirada fija en las montañas y la
cámara de fotos a punto, el momento en que los primeros rayos del sol las
iluminen.
Poco a poco el sol va
sacando de las sombras nocturnas al Annapurna I (8.091 m.), pero no será hasta pasadas
las 7:00 cuando se alce sobre las laderas sagradas del Machhapuchhre (6.997 m.),
calentando por fin nuestras espaldas.
El espectáculo es
formidable, y no podemos evitar sacar fotos y más fotos de la escena. El efecto de la iluminación creciente es como
estar viendo una maravillosa película de National Geographic, aquí, en directo.
Toda una experiencia.
Una vez más
pensamos en si alguien andará por esas alturas hoy, y no podemos evitar
acordarnos de Iñaki Ochoa de Olza, que se quedó para siempre en la arista Este.
Nos acordamos de aquellos días tan tristes de mayo de 2008, cuando aquel
increíble intento de rescate no tuvo éxito.
No pudo ser. Iñaki
se quedó aquí. La de amaneceres y atardeceres que habrá podido contemplar
asomado a semejante balcón.
La luz se ha hecho
ya protagonista y nos permite apreciar algunos detalles del paisaje que nos rodea, ya sea la caótica muralla de hielo del
glaciar que tenemos enfrente, o cualquiera de los picos que acompaña al
Annapurna I.
Cuando el sol ya
luce algo más alto volvemos al lodge para recoger todo y desayunar, ya que
aunque este es uno de los sitios más espectaculares en los que hemos estado, no
podemos quedarnos… Dejamos no obstante una
pequeña parte de nosotros aquí, atada en las banderolas budistas que hondean al
viento, deseando que en algún momento podamos regresar sobre nuestros pasos y respirar
aquí de nuevo.
Una vez en el
comedor (que al estar totalmente acristalado se va calentando y resulta muy agradable) disfrutamos de un estupendo desayuno a base de pizza y colacao (un
pequeño vicio con el que vale la pena cargar).
Nos lo tomamos con calma, charlando, recogemos sin prisa, pagamos sin prisa… todo al “estilo nepalí”, yo creo que en el fondo nos cuesta arrancar porque nos da mucha pena tener que decir adiós a este fabuloso lugar.
Al final son más de
las 9:30 cuando nos echamos la mochila a la espalda y nos ponemos en camino,
bastante más tarde de lo que habíamos previsto. Dejamos el ABC sin parar de
echar la vista atrás, y nos encaminamos hacia el MBC, donde ya comienzan a
alzarse las primeras nubes de la jornada.
Empezamos la bajada en “modo subidón”, con bien de energías y animados, pero a medida que va pasando el día, comprobamos que la bajada siempre es más larga que la subida, o al menos nos lo parece.
Aunque otros días hemos caminado más horas, la bajada se nos hace muy larga, los tramos entre población y población se nos hacen mucho más largos que a la subida, y aunque vamos muy entretenidos charlando con los nuevos compañeros que nos hemos echado, el día se hace pesado.
Recorremos por segunda vez el precioso valle del Modi Khola, esta vez en camino descendente, disfrutando de unas vistas magníficas.
Vamos haciendo pequeñas paradas en Deurali (3.200 m.), Himalaya (2.920 m.), Dobhan (2.520 m.) y finalmente nos quedamos a dormir en Bamboo (2.320 m.). La idea inicial era haber llegado hoy hasta Sinuwa o Chhomrong, pero hemos salido tarde del ABC, y todo no puede ser. Además, al poco de instalarnos en la habitación comienza a llover, así que finalmente queda claro que hemos hecho bien en no continuar.
Mientras estamos
cambiándonos de ropa tras una ducha muy reconfortante, escuchamos una voz
familiar, y al asomarnos comprobamos que es Mariona, una chica con la que
estuvimos en el Parque Nacional de Chitwan hace unos días, así que es una muy
grata sorpresa. Ella está subiendo hacia el Campo Base ahora, así que de no
habernos detenido aquí hoy, no nos habríamos juntado.
Tras la cena nos
quedamos un rato charlando y nos acostamos pronto porque mañana sí que queremos
comenzar pronto a caminar para aprovechar el
día al máximo.
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