Distancia:
19,5 kilómetros
Desnivel
positivo: 1.100 m.
Desnivel
negativo: 1.595 m.
Cota máxima: Port de Caldes (2.550 m.)
Tiempo
de marcha: 11 horas y 20 minutos
Tras una noche en la que hemos
dormido razonablemente bien, nos levantamos a las 7:15 y en vista de que el
refugio está hasta arriba de “zombis” con los que nos chocamos en nuestras idas
y venidas al recoger la mochila, optamos por desayunar en las escaleras de
fuera, donde las vistas son espectaculares pero la comodidad brilla por su
ausencia. Nos tomamos un “agualate” del refugio (por la friolera de 3 euros),
café y bollos de nuestra propia cosecha, que hay que ir aligerando peso del
petate.
A las 8:15 comenzamos a caminar
y la niebla que asciende desde el valle nos regala una bonita despedida del
Estany de Colomers y del Refugio.
Al poco de comenzar el ascenso
nos pasamos la bifurcación con el GR11 (fieles a nuestro estilo), y aunque el
despiste nos permite hacer unas fotos preciosas del Estany Mort de Garguilhs de
Jos, y más tarde del de Sus, la ruta no va por allí y tenemos que retroceder,
con la consiguiente colección de juramentos. A primera hora de la mañana estos
errores no duelen tanto, estamos frescos y las vistas son maravillosas, pero de
todos modos ¡hay que andar más atentos!
Aunque parezca
mentira, y a pesar de que la ruta está bien marcada, en la subida al Port de
Caldes nos volvemos a despistar y volvemos como ayer a tener que ir brincando
por los bloques de granito.
Las vistas hacia atrás son maravillosas
y aprovechamos cada parada para sacar alguna foto.
Coronamos el Port de Caldes (2.550 m.)
a las 10:20 y nos hacemos un montón de fotos en la panorámica que se abre ante
nosotros: el Coret de Oelhacrestada y los Estanys des Monges y de les Mangades,
justo debajo.
Tenemos que descender hasta la orilla de los Estanys para pasar entre ellos, y el camino es un auténtico gusto, aun no calienta mucho el sol y las vistas son increíbles dirijamos donde dirijamos la mirada y el objetivo de la cámara.
Ascendemos cómodamente al Coret de Oethacrestada (2.475 m.) y lo coronamos a las 11:20. Estamos en el límite del Parque Nacional y el paisaje que se muestra ante nosotros es sencillamente espectacular. El Lac Deth Cap de Port allá abajo, y justo bajo él, un mar de niebla que esconde los picos de la Sierra de Rius y sus verticales paredes de piedra.
La parada para
inmortalizarnos es obligada.
La bajada del puerto resulta incómoda, es un laberinto de piedras en el que vamos a modo gymkana buscando la siguiente marca que nos indique el camino, con mucho ojo de no desviarnos de la ruta.
Alcanzamos la orilla del Lac Deth Cap de Port (2.230 m.) a las 12:00 y
agradecemos la tregua para nuestras rodillas.
Echamos la vista atrás para ver
que efectivamente el camino por el que venimos ni se intuye entre las piedras.
Bordeando el lago sentimos por
un momento que nos hemos transportado a los Alpes, la estampa es típica de
aquella zona. Las abundantes y tardías nieves de este año han hecho que en
pleno mes de agosto todo esté bañado de un verde brillante y aun decorado por
praderas de flores.
En apenas 15 minutos rodeamos
el lago cómodamente por una senda que parece haber sido pintada para darle un
toque artístico al paisaje, y al llegar a la presa contemplamos la bajada del
puerto y el lago, un regalo para la vista.
El camino de bajada lo hacemos
despacito y con mucho cuidado, ya que está resbaladizo y con piedras que nos
obligan a dar pasos irregulares. Descendemos paralelos al río que se nutre del
lago que acabamos de dejar atrás, y su frescor nos acompaña buena parte de la
bajada.
Llegamos al Refugio de Restanca (2.010 m.) a las 12:40. En principio y según nuestra guía este sería el final de la etapa de hoy, pero hemos decidido unirla con la siguiente, así que nos encontramos en el ecuador de la jornada.
Hacemos un alto para descansar
un poco los pies y comernos un bocadillo de queso que nos sabe a gloria, y a
las 13:15 estamos de nuevo en marcha.
Cruzamos la presa y nos internamos momentáneamente en una selva de vegetación casi tropical por la que apenas vemos el camino, y que además está impregnada por la humedad de la niebla que hasta hace poco cubría esta zona, con lo que nos vamos calando las piernas.
Enseguida dejamos atrás la selva y
comenzamos a descender por un camino bastante más incómodo y resbaladizo.
Avanzamos despacio, y aun y todo
tenemos algún que otro resbalón, continuamente vamos agachándonos para no dar
con nuestras cabezas en las ramas, la mochila va rozando con las piedras y
ramas a cada paso…
Sobre las 14:10, cuando alcanzamos la
zona llamada Raspes de Rius y comenzamos el ascenso al Port del mismo nombre,
el camino por fin se suaviza, a pesar de que la pendiente es constante.
La subida al
Port de Rius se hace larga debido a que la pendiente no es demasiado fuerte y
el desnivel se va ganando lentamente. El resultado es que no nos agotamos, pero
nos aburrimos un poco.
El paisaje a
nuestra derecha es de pura roca desnuda, no observamos fauna (tampoco humana,
de hecho vamos bromeando con la idea de haber “reservado” la zona para nosotros
solos), y avanzamos a ritmo constante.
Encontramos una
fuente muy oportuna un poco antes de alcanzar el Lac Rius, con lo que nos
refrescamos y rellenamos las cantimploras.
Son las 15:30
cuando llegamos al Lac Rius (2.310 m.) y comenzamos a bordearlo con idea de
plantar la tienda y dormir hoy por aquí. A las 16:00 ya hemos dado con el
emplazamiento ideal a orillas del lago, pero en sólo 15 minutos más decidimos
que las nubes que comienzan a crecer no nos dan buena espina, y volvemos a
ponernos en marcha.
A las 16:30 coronamos el Port
de Rius (2.355 m.) y echando la vista atrás el lago nos deja una maravillosa y
solitaria vista.
Comenzamos el descenso y
perdemos altura rápidamente, siguiendo la senda que discurre por la derecha del
barranco. El camino es bastante cómodo, pero el cansancio acumulado de la
jornada comienza a pesar.
Hacemos un par
de intentonas más de dormir al raso, pero primero los mosquitos nos atacan sin
piedad y en el segundo intento las nubes vuelven a presentar un pronóstico muy
incierto, así que finalmente decidimos llegar hasta el Refugio de Conangles
para ver si tenemos sitio.
Cuando tenemos
cobertura telefónica confirmamos que en el refugio hay sitio para dormir, ya que
para cenar hemos avisado muy tarde, así que con una cama esperándonos
afrontamos el último tramo del día.
El último cuarto de hora, que discurre
sin desnivel y por pista forestal entre un maravilloso hayedo, se nos hace casi
un regalo.
Alcanzamos el Refugio de Conangles
(1.570 m.) a las 19:30, bastante hechos polvo, con un hambre voraz y apestando
a humanidad de lo lindo.
Nos pegamos una buena ducha, sobre
todo la mía porque elijo hacerlo con agua caliente, previo pago de 2 euros. Lavamos
algo de ropa y la dejamos tendida fuera, aunque no sabemos cómo la
encontraremos mañana…
Una vez duchados y con ropa limpia y
abrigada, nos preparamos la cena en el comedor: hoy tenemos sopa y chipirones
en su tinta, y de postre un colacao bien caliente que es lo mejor para meterse
a la cama.
Para cuando nos damos cuenta ya tenemos
la hora de acostarnos, no me ha dado tiempo a escribir la etapa de hoy, con lo
que ya me veo que voy a ir acumulando trabajo…
Pernocta: 13 euros/persona
Desayuno: 7 euros/persona
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