Archivo del blog

martes, 29 de octubre de 2013

Tercera etapa Annapurna Trek (II): Ghorepani (2.860 m.) - Gurjung (2.060 m.) 10 de octubre de 2011

Distancia: 19 kilómetros
Desnivel positivo: 950 m.
Desnivel negativo: 1.750 m.
Tiempo de marcha: 7 horas y 50 minutos


Tras el ascenso nocturno al Poon Hill (3.210 m.) y el espectacular amanecer en su cumbre, descendemos de nuevo a Ghorepani para descubrir que desde la ventana de nuestra habitación se puede ver el Daulaghiri, ¡casi nada! Una vez más la cordillera que se oculta bajo una densa capa de nubes en la segunda mitad del día, se muestra en toda su grandeza por la mañana.





Nos cuesta cierto esfuerzo apartar la vista de la ventana, pero tenemos mucho camino por delante, así que nos damos una ducha, recogemos los bártulos y bajamos a desayunar al comedor. 




Nos ponemos en movimiento a las 8:40, y dejamos Ghorepani disfrutando de unas impresionantes vistas, salpicadas con escenas cotidianas de los habitantes del pueblo.


















El camino se interna en el bosque y continúa ascendiendo por un camino de escaleras de piedra. Observamos a lo lejos la cima del Poon Hill con su pequeño observatorio, y comprendemos que le llamen colina, ya que rodeado de montañas tan enormes, su aspecto es más bien modesto y su ascensión no es más que un paseo. 


En apenas una hora alcanzamos la cota máxima de 3.210 m. en un mirador que ofrece una espectacular panorámica, y en el que nos detenemos para inmortalizarnos con las montañas a la espalda, ya que las nubes aun no han hecho acto de presencia.

Continuamos nuestro camino conversando con guías sobre la ruta y sobre equipos de fútbol de la liga española, que es un tema recurrente en cuanto decimos de dónde somos.
Comenzamos a descender por el bosque, casi sin darnos cuenta, y llegamos a Deurali (2.983 m.) a las 10:30, pero seguimos sin detenernos hasta Ban Thanti (3.180 m.), que alcanzamos a las 11:20, tras una leve subida.


Hasta Tadapani (2.630 m.) nos queda aún una hora de camino, por un terreno boscoso y algo accidentado, del que me llevo de recuerdo una leve torcedura de tobillo, por suerte sin mayores consecuencias.

Llegamos a las 12:20 y paramos a comer en una terraza con unas vistas inmejorables, aunque por poco tiempo, porque las nubes comienzan su horario de trabajo y son muy eficaces en lo suyo. Para cuando terminamos de comer ya no vemos nada más que las verdes laderas del valle.
La pizza que nos comemos nos sabe a gloria y coincidimos con unos chicos de Bilbo que nos dan algún consejo para las etapas venideras. 


A las 13:45 nos echamos de nuevo la mochila a la espalda y continuamos el descenso adentrándonos poco a poco en el bosque, sombrío y lleno de sorpresas… Al percatarnos de que hay monos cerca, tratamos de andar sin hacer ruido, pero lo cierto es que ni se inmutan con nuestra presencia, continúan comiendo y saltando sin importarles si les hacemos fotos o no.  


Llegamos a Chuile (2.309 m.) a las 14:30 y hacemos una breve parada, para seguir hasta Kimrong. La mayor parte de la gente que ha salido hoy de Ghorepani se ha quedado en poblaciones anteriores a dormir, con lo que cada vez vemos menos gente, pero aun queda un buen rato de luz solar, así que decidimos continuar. Ahora el camino es totalmente descendente hasta cruzar el puente colgante para volver a subir luego hasta Gurjung.  

















Son las 16:30 cuando alcanzamos Gurjung (2.060 m.), que se compone de 3 ó 4 alojamientos y poco más, y localizamos el que tiene mejor pinta para dormir hoy. Nos decantamos por el Green Hill, que tiene un curioso jardín de marihuana a lo largo de toda su terraza, con unas plantas de considerable tamaño, al que el dueño se refiere como “marijuana garden” con una sonrisa de oreja a oreja, y nos ofrece que nos sirvamos nosotros mismos. 

















Hacemos una colada de supervivencia porque la ropa empieza a oler de lo lindo, y a las 18:00 estamos cenando. Afuera ya es noche cerrada y estamos bastante cansados, así que tras un breve rato de lectura/escritura y un barrido exterminador de intrusos en la habitación caemos rendidos. No importa que la almohada sea igualita que un ladrillo, que el colchón sea de apenas unos centímetros de grosor o que entre aire de todas las rendijas, caemos rendidos y la verdad es que dormimos bastante bien. 


lunes, 14 de octubre de 2013

Tercera etapa Annapurna Trek (I): ascensión a Poon Hill (3.210 m.), 10 de octubre de 2011

Distancia: 5 kilómetros
Desnivel positivo: 340 m.
Desnivel negativo: 340 m.
Tiempo de marcha: menos de una hora


Suena el despertador a las 4:20, y como zombies nos ponemos en movimiento, con mucha pereza por lo bien que estábamos en la cama, pero con muchas ganas de disfrutar la mañana que tenemos por delante. 
Ghorepani es un lugar estratégico dentro de la zona del Annapurna, ya que es la base para ascender al Poon Hill (una montaña de 3.210 m. a la que aquí llaman colina) desde la que se puede contemplar el Daulaghiri, que con sus 8.167 m. es la séptima montaña más alta de la tierra. La subida es muy corta y por tanto se suele subir de noche para poder contemplar el amanecer arriba, desde una torre de observación que hay en la cima.



Nada más salir del hotel nos encontramos con gente acomodándose sus frontales y mochilas y en apenas unos minutos estamos totalmente integrados en una fila que asciende poco a poco en la oscuridad. Parecemos una extraña peregrinación de luciérnagas, avanzando con cuidado mientras el día se va abriendo paso.


El último tramo se nos hace eterno, ya que la claridad es cada vez mayor y el ritmo de subida es desesperadamente lento, con lo que vamos cardiacos pensando en que a este paso no vamos a poder ver amanecer arriba. Por fin alcanzamos la cima a las 5:30, y subimos directamente a la torre para poder coger sitio, aun viene mucha gente detrás y la torre no es muy grande, así que hay que andarse espabilado. 



Es la primera vez que superamos la barrera de los 3.000 metros y no tenemos ni idea de la tradición de brindar con champán al hacerlo, así que nos choca ver a grupos descorchando botellas bajo nosotros.

Estamos más concentrados en hacer buenas fotos y en no perdernos un detalle del espectáculo que se inicia ante nosotros: a nuestra espalda, el sol va saliendo lentamente a la derecha de la silueta tan característica del Machhapuchhure o Fish Tail (6.993 m.), creando una panorámica maravillosa; a nuestra derecha los picos Annapurna Sur (7.219 m.), Hiunchuli (6.441 m.), Baraha Sikhar (7.647 m.) y Nilgiri Sur (6.839 m.) se van iluminando poco a poco, y frente a nosotros, el Daulaghiri sale de las sombras nocturnas y parece saludar al nuevo día. 


Por momentos como este es por lo que decidimos cruzar medio mundo y venir a Nepal, y ahora vemos que hasta el último minuto pasado en el avión ha sido bien empleado. El poder estar aquí, rodeados de estas majestuosas montañas, tan cerca que casi parece que podemos rozarlas con los dedos, pero a la vez tan lejanas e inalcanzables que parecen encontrarse en otra dimensión… asistimos a uno de esos instantes que se quedan grabados en tu mente para siempre, impresionante. 


La mañana está totalmente despejada y la visibilidad es perfecta, y perdemos la cuenta de las fotos que hacemos. Las nieves de las cumbres, que al llegar a la cima parecían de color rosa, se vuelven naranjas y luego blancas, los picos resplandecen, las banderolas ondean al viento y nosotros nos emocionamos apretando el disparador una y otra vez.

Nos imaginamos que tal vez hoy alguien esté intentando alcanzar alguna de las cimas que nos rodean, y esperamos que la luz de la mañana le haya reconfortado tanto como a nosotros, y que la suerte le acompañe. 



La foto con el cartel de la cima es obligada y hay que esperar el turno porque hay cola, así que una vez hecha, nos ponemos en camino a las 6:50, satisfechos y emocionados. 
Nos detenemos en el descenso en un pequeño mirador a la derecha del camino, con una panorámica inmejorable del Annapurna Sur, con la ventaja añadida de que aquí no hay nadie más que nosotros. 



A las 7:45 ya estamos de regreso en el lodge, nos damos una buena ducha, recogemos todo, y nos regalamos un estupendo desayuno, ya que la etapa que tenemos por delante es larga y hay que ponerse en camino.



Segunda etapa Annapurna Trek: Ban Thanti (2.100 m.) - Ghorepani (2.860 m.) 9 de octubre de 2011

Distancia: 6 kilómetros
Desnivel positivo: 760 m.
Desnivel negativo: 0 m.
Tiempo de marcha: 3 horas y 40 minutos

Tal y como nos temíamos ayer, la noche ha sido movidita, los vecinos han hecho mucho ruido, y ha ocurrido lo peor que puede pasar en estas circunstancias: que quien molesta se acueste más tarde que tú y se levante más temprano, con lo cual te joroba por partida doble, mala suerte. 

A las 8:15 ya estamos desayunando ante la imposibilidad de dormir más, y para las 9 nos hemos puesto en camino. Nuestra primera sorpresa es que ayer no sólo pasamos todo el pueblo de Ulleri, sino que llegamos a la siguiente población, Ban Thanti, así lógicamente no podíamos encontrar la casa que nos habían recomendado… La verdad que tiene delito no habernos dado cuenta ayer, ya que lo pone claramente en la puerta del comedor, en fín, estas cosas que nos suelen pasar...

















Ayer cuando nos metimos en el lodge estaba nublado y no pudimos apreciar las vistas, pero como sucede aquí muy a menudo la mañana está totalmente despejada y el Machhapuchhre no tarda en asomar allá a lo lejos, con lo que hacemos enseguida las primeras paradas para hacer fotos. Su silueta se recorta sobre un maravilloso cielo azul, y nos comienza a mostrar lo que vamos a poder contemplar en los próximos días. 


Seguimos subiendo la interminable escalera de piedra, y caminamos principalmente a la sombra por un bosque de rododendros, lo cual se agradece y se disfruta. De vez en cuando el sendero cruza el río o nos sorprende con alguna pequeña cascada, pero en general se trata simplemente de una escalera que sube y sube, aunque de vez en cuando haya un breve tramo de bajada. 




















Hacemos una breve paradita a eso de las 10:30, un poco antes de llegar a la aldea de Naya Thanti (2.430 m.), y picamos algo para reponer fuerzas. A partir de Ban Thanti la zona está menos poblada, y de hecho a excepción de este pueblo, no encontraremos otro núcleo hasta el fin de la etapa.


Seguimos ascendiendo hasta llegar a Ghorepani (2.860 m.), que según dicen está a 3.280 escalones de Birethanti, y nosotros no los hemos contado, pero damos fé de que son muchos, ¡y de que no nos hemos saltado ninguno!

El pueblo se divide en dos núcleos, el de abajo y el de arriba, separados entre sí por unos 20 minutos de escaleras. Nada más aparecer las primeras casas nos encontramos con el comité de bienvenida, unos burros cargadísimos de víveres que suponemos habrán hecho cientos de veces este recorrido hasta Nayapul.



En la zona de arriba del pueblo se encuentra el puesto de control de la policía en el que hay que enseñar el permiso de entrada a la Zona de Conservación del Annapurna para su consiguiente sellado. Una vez pasado el trámite nos disponemos a recorrer el pueblo en busca de alojamiento, ya que hay bastantes opciones para elegir.  

Finalmente nos hospedamos en el Mountain View Lodge, y son las 12:40 cuando nos instalamos en la habitación y vamos encargando la comida. Como es habitual, las nubes ya han ido cubriendo las montañas y el pueblo parece envuelto en una especie de velo que no nos deja ver nada más allá de sus límites, así que nos centramos en comernos un estupendo plato de pasta con tomate y queso, darnos una merecida ducha y descansar.  

A la tarde nos damos una vuelta por el pueblo, que entre la niebla da la impresión de estar más alto y más remoto, una vez más las montañas que nos rodean se resisten a dejarse ver.
Las casas cubiertas de hojalata nos siguen llamando la atención y cada detalle nos parece digno de ser fotografiado, así que ejercemos de turistas cámara en mano mientras paseamos. 


Localizamos el punto donde mañana iniciaremos la subida al Poon Hill, compramos algunos recuerdos y regalos para los amigos, y nos conectamos un rato a internet en una tienda de lo que podríamos llamar plaza del pueblo. Damos señales de vida a la familia y amigos y avisamos de que los próximos días estaremos incomunicados.

Cenamos temprano y hacemos un poco de tiempo jugando a las cartas y disfrutando de un buen te caliente (que se agradece con el frío que empieza a hacer fuera) y nos acostamos pronto porque mañana toca buen madrugón. Hemos elegido una habitación grande y con baño propio, así que hoy dormimos un poco más cómodos y desde luego mucho más tranquilos que ayer.




martes, 8 de octubre de 2013

Primera etapa Annapurna Trek: Nayapul (1.070 m.) - Ban Thanti (2.100 m.) 8 de octubre de 2011

Distancia: 13 kilómetros
Desnivel positivo: 1.340 m.
Desnivel negativo: 309 m.
Tiempo de marcha: 7 horas

A las 5:45 de la mañana suena el despertador y nos ponemos en marcha, ¡por fin ha llegado el primer día de caminata! Después de varios días de retrasos tenemos muchas ganas acumuladas, y es que, al fin y al cabo, el principal motivo por el que hemos venido a Nepal es ver las grandes cumbres del Himalaya, y parece que poco a poco se acercan…
Damos los últimos retoques a la mochila y dejamos en el hotel varias bolsas con cosas que no vamos a necesitar, esperando que estén intactas a nuestro regreso, ya que hemos escuchado alguna historieta al respecto que no nos tranquiliza demasiado.
Bajamos a desayunar a una cafetería cercana mientras hacemos tiempo a que venga el taxista con el que quedamos ayer para llegar hasta Nayapul, punto en el que comenzaremos realmente la ruta.
El viaje resulta entretenido e incómodo a partes iguales (como todos los trayectos por carretera que hacemos en Nepal), pero alejarse de la ciudad y ver cada vez más verde, aunque sea bajo la perenne capilla de polvo grisáceo que lo invade todo, nos va animando y no vemos el momento de echar pie a tierra y comenzar a caminar. El trayecto son 12 euros, aunque compartimos el gasto con Sergio, al que conocimos ayer mientras tramitábamos los permisos, y que comienza su trek hoy también, aunque tomará la dirección contraria.

Una vez en Nayapul recorremos la calle principal, que viene a ser un camino sin asfaltar donde conviven sin mayor problema los burros, los coches, los niños jugando, las gallinas con sus pollitos y los montañeros. Estos últimos aquí somos la especie extraña, con nuestras relucientes ropas occidentales y nuestras flamantes botas y mochilas, parecemos recién aterrizados de algún planeta lejano, aunque en realidad pasamos totalmente desapercibidos ya que aquí la gente está más que acostumbrada al ir y venir de caminantes de este tipo.

A ambos lados de la calle se suceden las tiendecitas que venden casi de todo, lo mismo pilas que galletas, bastones o material fotográfico, para aquellos que llegados a este último punto comunicado por carretera y previo a las montañas se den cuenta de que olvidaron hacerse con algo. 



Antes de comenzar a caminar hay que pasar por los dos puestos de control para mostrar los respectivos permisos (primera de las tres veces en las que los sacaremos de la mochila), y tras el pertinente sellado ya podemos por fin empezar nuestra pequeña aventura.

Descendemos levemente hasta llegar a Birethanti (1.025 m.) y nos despedimos de Sergio, que toma el camino directo hacia en Campo Base.
Son las 8:40 cuando arrancamos la subida desde Birethanti, el día está totalmente despejado y promete hacer calor, pero de momento la pendiente es suave, así que avanzamos cómodamente por un camino ancho y paralelo al río, entre arrozales de un verde luminoso y casitas desperdigadas aquí y allá. De vez en cuando el camino se desvía para atravesar alguna pequeña aldea, para que caiga algo de dinero en los comercios y alojamientos, pero de momento no necesitamos nada, y en menos de 5 minutos regresamos de nuevo al camino principal y continuamos. 



Vemos las cascadas de Matathandi, rodeadas por una exuberante vegetación, que se nos antoja impenetrable, y más adelante las dos de Tikhedunga (1.520 m.). Cruzamos los primeros de los muchos puentes colgantes que encontraremos a lo largo de la ruta, y vamos parando para hacernos las fotos de rigor, ya que están flanqueados por ristras de banderas de oración ondeando al viento. Las banderolas, al menos para nosotros, tienen un componente casi poético, no nos resistimos a la tentación de sacarles fotos una y otra vez, con diferentes fondos y ángulos, y en vista de que estas son las primeras que encontramos por el camino, nos hace ilusión. 

En Tikhedunga hacemos una parada larga para picar algo y coger fuerzas, y nos damos cuenta de que de haber salido más temprano a la mañana habríamos podido llegar hoy mismo a Ghorepani, pero ya va a ser complicado llegar de día, así que decidimos llegar a Ulleri y dormir allí, dejando para mañana una etapa bastante cortita.
A las 11:40 nos ponemos de nuevo en movimiento y nos lo tomamos con calma, ya que a partir de aquí comienza lo duro de la jornada: el camino se convierte en una escalera de piedra que parece no tener fin, por la que vamos ascendiendo a pleno sol, sudando de lo lindo y preguntándonos dónde está el frío que se supone hace en las montañas. El calor aprieta y hacemos una paradita tras otra, mientras vemos cómo los porteadores suben silbando con enormes macutos a la espalda, en sandalias, y prácticamente corriendo… Y nosotros con nuestro uniforme de montañeros al completo… ¡y resoplando de lo lindo!

Nos llama la atención lo humilde de las casas con sus paredes de hojalata, que casi parecen piezas de artesanía ya que no hay dos iguales, tal vez sea debido a que se van construyendo sobre la marcha, según las necesidades de la familia. No podemos evitar preguntarnos cómo resistirán esas paredes y tejados el frío y la humedad del invierno, sobre todo a medida que vamos ganando altura. 





















Llegamos a Ulleri (2.020 m.) a las 15:00 y seguimos ascendiendo en busca de un lodge que nos ha recomendado un alemán que bajaba con su familia, pero por más que avanzamos no damos con él, así que al final nos quedamos en el Himalaya Guest House, porque no tenemos claro si el pueblo continua hacia arriba o no, y no nos apetece nada retroceder.

La dueña de la casa no habla demasiado inglés pero nos hacemos entender, y la habitación está bastante bien dentro de lo que se puede esperar, así que decidimos quedarnos aquí. 
La habitación está orientada hacia el valle, pero se ha cubierto de nubes, así que no podemos apreciar las vistas; esto nos irá pasando en repetidas ocasiones, y nos llevaremos maravillosas sorpresas a las mañanas al comprobar los paisajes que se nos ocultaban la noche anterior.

Al instalarnos en la habitación, que tiene dos camastros, una mesilla y poco más, nos damos cuenta de que tanto las paredes y el techo como la propia mesilla y hasta la misma puerta, están hechos de una especie de planchas de madera extremadamente fina, que suponemos que en su día fue algún tipo de embalaje, aunque no sabemos de qué producto. 
Veremos este material en todos y cada uno de los alojamientos a lo largo del trek, y su mítica frase: “pioneers yesterday, leaders today (pioneros ayer, líderes hoy)”, nos acompañará casi cada noche. 
Nos damos una reparadora ducha y empezamos a familiarizarnos con los cuartos de baño de los lodges de las montañas y sobre todo con la fauna diversa que los habita, aunque la verdad es que se les termina cogiendo el truco. 
Hacemos un poco de tiempo leyendo y dormitando hasta la cena, que consiste en momos de queso y chapatis con jamón de serrano, que procuramos saborear con cierto disimulo, para que no vean que hemos traído comida de fuera.


La carta de comida de los alojamientos de montaña es prácticamente igual a lo largo de toda la ruta, es bastante variada y la calidad suele ser bastante aceptable, aunque se echa de menos la carne y el pescado, sobre todo tras varios días sin catarlo. El dormir en un sitio o en otro lleva implícito que se va a cenar y desayunar allí también, por eso es recomendable mirar no sólo el estado de la habitación sino el del comedor (y la propia comida, si coincide que ya hay alguien cenando), antes de elegir el alojamiento. 
El precio del alojamiento, de la comida y del agua, va subiendo conforme lo hace la altitud, por el coste obvio de acarrear las mercancías hasta pueblos cada vez más remotos, pero en general cena, pernocta y desayuno, para dos personas, puede rondar los 12 ó 15 euros, o los 22 ó 25 euros, si se le suma además otra comida, en precios de 2011. 


La casa tiene un grupo de huéspedes nepalíes bastante ruidosos, y empezamos a temernos la noche que nos van a dar, así que nos metemos a la cama y aunque nos toca un rato de aguantar la retahíla de portazos, teléfonos móviles sonando y escupitajos varios, al final conseguimos dormirnos.             


                 

lunes, 7 de octubre de 2013

Annapurna Trek, presentación y preparativos

Hay multitud de opciones para poder disfrutar de los impresionantes paisajes montañosos que ofrece Nepal, desde pequeños paseos alrededor de pueblos que ofrecen unas espectaculares vistas, hasta caminatas de más de tres semanas que nos llevarán al mismo corazón del Himalaya.
Las rutas más populares tienen como base Kathmandú o Pokhara, y se adentran en las zonas de conservación del Everest y del Annapurna, respectivamente.
Nosotros nos decantamos por la zona del Annapurna, por ser su Campo Base Sur uno de los lugares con mejores vistas de todo el macizo, y por poder pasar por el Poon Hill y ver amanecer frente al Daulaghiri, una experiencia de esas que se quedan grabadas para siempre.

Annapurna (en nepalí, 
अन्नपूर्णा) o Anapurna es un macizo montañoso de 55 kilómetros de longitud, cuyo punto más elevado, el Annapurna I, se alza a 8.091 metros sobre el nivel del mar, lo que la convierte en la décima cumbre más elevada de la Tierra y uno de los catorce "ochomiles". En el hinduismo, Annapurna es el nombre de la diosa de la comida y la cocina, y en sánscrito puede traducirse como Diosa de las Cosechas o de la Abundancia. 
Al Annapurna I le rodean el Annapurna II (7.937 m.), el Annapurna III (7.555 m.), el Annapurna IV (7.525 m.), el Gangapurna (7.455 m.), el Annapurna Sur (7.219 m.), el Machapuchare (6.997 m.)...

Un ramillete de enormes montañas de espectacular belleza, cuya situación geográfica hace que si uno se encuentra en el Campo Base Sur, se verá rodeado completamente por estos picos, y teniendo justo enfrente la abrumadora mole del Annapurna I. Esta impactante panorámica sólo es posible desde este punto, ya que desde el Campo Base Norte (a pesar de tener la ruta hasta llegar allí otros enormes atractivos), la perspectiva es diferente. 



Como curiosidad histórica, el Annapurna I fue la primera cumbre de más de 8.000 metros en ser escalada por el ser humano. Maurice Herzog y Louis Lachenal, con una expedición francesa, lo consiguieron el 3 de junio de 1950. 

Nuestro objetivo no es ni mucho menos intentar escalarla, nos limitaremos a llegar a contemplarla desde su Campo Base, y para ello emplearemos caminando 8 de nuestros días de viaje. Es posible subir y bajar en menos días, pero preferimos dar un pequeño rodeo previo por la zona del Poon Hill.
He aquí el mapa de la ruta: comenzamos desde Birethanti cogiendo el camino de la izquierda, para girar luego a la derecha y reengancharnos a la ruta que asciende al Campo Base o ABC. El camino de descenso lo hacemos en línea recta hasta Birethanti, cerrando así el círculo. 




Para los preparativos y como punto de partida de la caminata, llegamos a la ciudad de Pokhara, segunda en importancia del país, y hoy en día centro turístico de primer orden. Alli haremos las compras previas de rigor, dejaremos peso innecesario en el hotel y obtendremos los permisos oportunos.

Antes de comenzar a caminar, tenemos que hacernos con algo de material que no hemos querido traer de casa, en parte por aprovechar para hacer alguna compra aquí con idea de dar con alguna ganga, y en parte por el engorro que suponía traer cosas voluminosas en una mochila ya de por sí bastante cargada.
Así pues, nos sumergimos una a una en las tiendas de ropa y material de montaña de la calle que discurre paralela al Lago Fewa, dispuestos a regatear hasta conseguir un buen precio.
Casi todas las tiendas venden básicamente lo mismo y los precios son bastante similares, siempre sujetos a la habilidad del comprador para ahorrarse unos cientos de rupias, y a la del vendedor para convencerle de que lo fijado es "nepalí price, my friend".
En cuanto a la calidad del material, la mayoría son copias de marcas tan conocidas como The North Face o Mammut, a las que llaman "original copy", en un eufemismo que como poco resulta divertido... La traducción de esta peculiar denominación suele ser que por muy buena pinta que tenga el producto a primera vista, con el uso vendrán las sorpresas: el saco de dormir destiñe, a la segunda lavada la camiseta pasa a ser "marca blanca" ya que la serigrafía desaparece, los bastones dejan de ser telescópicos para el tercer o cuarto día…
No obstante, también es posible adquirir material original, aunque el precio entonces no tiene tanta diferencia con el que puedas pagar en Europa, o bien se puede optar por marcas de fabricación nepalí que no imitan a nadie, y que tienen una calidad aceptable.
Respecto a material técnico, se puede alquilar a buen precio, o adquirir de segunda mano, ya que los propios sherpas de las expediciones venden los artículos dejados atrás por los alpinistas.
Después de dar muchas vueltas calle arriba y calle abajo una y otra vez, al final nos hacemos con dos sacos de dormir, dos pares de bastones, unas sandalias, algo de ropa ligera y un par de cantimploras (supuestamente fabricada en Suiza, jaja). Nos gastamos menos de 100 euros, pero con el tiempo iremos reemplazando casi todo lo que compramos por cosas de mejor calidad en casa.

Para adentrarse en las montañas (siempre y cuando no se vaya a realizar ninguna ascensión, ya que para ello se necesita otro tipo de permiso) es necesario contar con dos autorizaciones previas. En primer lugar, hay que obtener una especie de cartilla personalizada del TIMS (Treking Information Management Service), que en 2011 costaba 15 euros por persona y que se tramita en una caseta en plena calle (en nuestro caso bajo un sol abrasador y a un ritmo escandalosamente lento). Es necesario llevar el dinero en dólares, una foto de tamaño carnet reciente y sobre todo armarse de paciencia, ya que los guías de grupos organizados y de empresas especializadas tienen preferencia sobre los “pobres locos” que nos aventuramos a hacer la ruta por nuestra cuenta.
En segundo lugar, hay que pagar el permiso de entrada a la Zona de Conservación del Annapurna, que por aquel entonces costaba 20 euros por persona, y que se tramita en la Oficina de Turismo. El ritmo de tramitación es similar, aunque aquí se puede esperar sentado y a cubierto, que ya supone un avance… 



Hasta el año 2012 era posible aventurarse por los caminos de las montañas sin guía ni porteador, pero desde entonces ya no está permitido. Ahora es obligatorio contratar uno de los dos servicios o ambos.
Nosotros pudimos elegir hacer la ruta por nuestra cuenta, lo cual es perfectamente viable ya que se recorre una zona habitada en la que continuamente hay pequeñas aldeas o casas, y los caminos unen las poblaciones, por lo que están en buen estado y perfectamente señalizados. Las intersecciones están muy bien indicadas y al llegar a cada pueblo suele haber pintado en algún alojamiento o tienda un mural con el mapa de la zona, y resulta prácticamente imposible perderse. No obstante, no está de más hacerse con un buen mapa antes de partir.


En este remoto rincón del mundo es posible lanzarse a caminar de muchas maneras, dependiendo de las condiciones físicas de cada uno y del esfuerzo que se quiera realizar. Si bien ya no es posible hacerlo de forma independiente, aun se puede elegir el grado de dificultad de la ruta en función de las horas que caminaremos cada día y del peso con el que cargaremos nosotros mismos. Así pues, una persona que camine unas 3 horas al día y que cuente con el servicio de un porteador que le lleve el grueso de su equipaje, podrá completar la ruta casi con independencia de su edad o forma física. Por el contrario, una persona en buena forma y habituada a caminar con peso a su espalda, podrá alargar cada etapa hasta las 8 horas o más de marcha, reduciendo los días y el consiguiente gasto en alojamiento y otros servicios.

Las etapas en principio están pensadas para caminar entre 4 y 6 horas al día, de forma que a media tarde ya se está en el alojamiento en el que se va a dormir, donde se cena y según el frío que haga se permanece en el comedor o al raso hasta la hora de acostarse. Haciéndolo de esta forma el guía/porteador tiene más días de trabajo y la repercusión económica del turismo es mayor.
Nosotros en cambio no llevamos guía ni porteador, con lo que podíamos marcar nuestro propio ritmo, y no nos veíamos descansando desde la una del mediodía, así que fuimos alargando las etapas para sacarle el máximo partido a cada día. El único problema de hacerlo así es que puede llegar la hora de buscar alojamiento al final de una etapa y encontrarnos con que no hay sitio, aunque siempre cabe la posibilidad de dormir en el comedor o compartir habitación. Contra esto lo mejor es planificarse un poco y antes de abandonar un alojamiento por la mañana, intentar concertar una reserva para el final de esa etapa o incluso de las siguientes, al igual que hacen los guías.